Las
palabras en política se las lleva el viento. Y, si se miran las hemerotecas, se
comprueba que es cierto. Y no, únicamente en este ámbito, ya que es algo común
en la realidad humana. Incluso lo que se asegura por escrito no es algo
absolutamente seguro a veces. La afirmación de Pedro Sánchez asegurando que no
habrá terceras elecciones suena muy bien, de cara a la precampaña electoral ya
en marcha, pero creo que está sujeta a muchas interpretaciones y matizaciones.
Porque
las estrategias de los partidos que luchan por el poder cambian, en función de
numerosos factores que, a día de hoy, todavía no se conocen. La misma Susana
Díaz ya ha dicho que el PSOE tiene que salir a ganar, y no ofrecer una imagen
de falta de confianza en la victoria electoral, en clara reacción a las
declaraciones del candidato socialista a la presidencia del país. Puesto que de
las expresiones de Pedro Sánchez se deduce que es posible que los socialistas
no ganen, o incluso sean la tercera fuerza más votada por detrás de Unidos
Podemos, tal como señalan las encuestas de estos últimos días.
Que
Sánchez ante los empresarios asegure que no se volverán a repetir las
elecciones es lo que toca decir, pero no ofrece ninguna garantía de que eso
mismo vaya a cumplirse, simplemente su palabra. Y los políticos siempre pueden
encontrar argumentos y excusas para desdecirse y sentirse satisfechos.
Pedro
Sánchez y su equipo saben de sobra que Unidos Podemos puede igualar o superar
en votos al partido socialista. Ahora bien, como es lógico de cara al
electorado potencial tienen que mostrarse plenamente convencidos de la victoria,
y también ante sus afiliados y simpatizantes. Algo completamente natural y
entendible, ya que es algo practicado, por los principales partidos. Es una de
las reglas básicas del juego político electoral.
El
señor Costas en representación del Círculo de Economía ha manifestado que es
“impensable” que haya otras elecciones después del 26 de junio, porque no se
logre la investidura. La prueba de que es pensable es que se haya referido a
esa hipótesis no deseada, pero que es posible. Y que considere que tiene que
gobernar la lista más votada es también discutible. Más bien parece una manera
fácil y simple de propiciar la formación de un
nuevo gobierno.
De
todas maneras, Sánchez ya ha dicho que, si gobierna, no contará “con los que no
quieren el cambio”, aludiendo, inequívocamente, al PP. En cambio para el logro
de posibles pactos de estado parece que está dispuesto a hablar con todas las
formaciones.
Respecto
a los posibles debates televisivos a cuatro o a dos, parece que, lo más
probable, es que sean en el formato de cuatro dirigentes de los cuatro partidos
con mayor representación parlamentaria. Sería muy interesante que hubiera
también un debate a dos, entre Rajoy e Iglesias, ya que según las encuestas
Unidos Podemos puede ser la segunda fuerza política, y además sería un debate
novedoso, ya que el enfrentamiento dialéctico entre Sánchez y Rajoy está
todavía bien presente en la memoria de los ciudadanos, al ser relativamente
reciente en el tiempo.
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