Gnoseología de Ockham
El nominalismo de Ockham
fue decisivo, ya que significó un cambio
notable desde la perspectiva de una
nueva teoría del conocimiento que descansaba en la intuición de lo singular, y
rechazaba la existencia de los universales. Se podría decir que su renovación
del nominalismo es la manifestación de un realismo cognoscitivo abierto a la
realidad de las cosas. Y también manifestando una actitud escéptica y crítica. La
intuición es una operación fundamental de la mente humana, ya que proporciona
la materia del conocimiento. La navaja
de Ockham es la expresión de la supresión de entidades superfluas e
innecesarias en el proceso del conocer.
Como escribe Rábade
explicando la teología y filosofía de Guillermo de Okham: «El tiene conciencia
de que esta afirmación está en franca
oposición a la tradición abstraccionista que había predominado en el siglo
XIII. Por eso no dudará en recordar a sus lectores que el Doctor Sutil había admitido la
intuición de los sensibles y de algunos inteligibles, para hacer ver que su
doctrina no es tan novedosa».
El sabio franciscano considera que las modalidades de abstracción
elaboradas por la metafísica escolástica no poseen el rigor y la precisión de
lo captado y aprehendido por la capacidad intuitiva de los sujetos que perciben
la singularidad de la realidad en toda su multiplicidad, variedad y
complejidad.
La artificialidad de la
abstracción es imperfecta si se compara con el conocimiento efectivo de lo
singular, de lo real mismo. Por tanto, como
teólogo y filósofo Ockham elabora
y sostiene una ontología y teoría del conocimiento fundamentada en la propia
realidad. Su gran agudeza e ingenio para
defender sus ideas y para refutar las que consideraba erróneas o equivocadas le
valieron el título de Doctor invincibilis.
Al Venerabilis Inceptor
no le convence la metafísica abstraccionista de Santo Tomás, y tampoco está de
acuerdo con las distinciones formales de
su hermano de orden el Dr. Sutil. La metafísica de Juan Duns Scoto le parece
excesiva, porque considera que es demasiado abstracta y especulativa, y no se
ciñe a las realidades singulares y a la experiencia.
Ahora bien, esto no
significa que Ockham rechace la metafísica. Lo que sucede es que la entiende
desde un planteamiento nuevo y mucho más vinculado a lo empírico. Se comprende,
perfectamente, que escriba lo siguiente: «Se entiende el conocimiento
abstractivo en cuanto abstrae de la
existencia y de la no existencia y de las otras condiciones que
acontecen contingentemente o se predican de la cosa». Este teólogo y filósofo británico que falleció
por la peste negra hacia 1347 considera que la estructura aristotélica de
sustancia y accidentes sigue siendo válida para categorizar y clasificar la
realidad, pero estima que debe reducirse su campo de aplicación. Para él la
cualidad es el accidente que existe, no hay más. Por tanto, a su juicio,
sustancia y cualidad son lo esencial desde una perspectiva metafísica u
ontológica.
Como prueba de lo que
afirmo está este fragmento de su obra más acabada o perfecta, la Summa Logicae,
en la que expone su planteamiento: «Hay otra opinión sobre la cantidad, que a
mí me parece que pertenece a la mente de Aristóteles, ya sea herética, ya
católica, que quiero aquí referir, aunque no sea mi intención afirmarla. Y, por
eso, cuando afirmé esta opinión,…, no la puse por escrito como mía, sino como
de Aristóteles, y la expuse tal como a mí me parecía. Y de igual modo voy ahora
a dar cuenta de ella. Esa opinión, pues, opinión que también defienden y
defendieron muchos teólogos, es concretamente que ninguna cantidad es realmente distinta de la
sustancia y de la cualidad». Es evidente que de esta doctrina de Ockham supone un proceso de identificación
de la cantidad o de la extensión con la sustancia, algo que aparece varios
siglos después en el racionalismo cartesiano, ya que la sustancia corpórea es extensión.
Y, en lo relativo al
pensamiento, es indudable que para el pensador franciscano es de naturaleza lingüística. Al respecto dice
Alfonso Flórez en su libro La filosofía del lenguaje de Ockham publicado por la
Editorial Comares en 2002: «Es el conocimiento mismo entonces el que posee este
carácter lingüístico, y si todo acto de
entender participa de esta determinación como parece
razonable que lo haga, la conclusión
ineludible será que el pensamiento todo es de naturaleza lingüística, y se
identifica simplemente con el lenguaje mental. Por eso, la indagación del
lenguaje ilumina y guía el estudio del
pensamiento y, si se trata del lenguaje mental, los dos proyectos coinciden».En
efecto, si bien es necesario indicar que la teoría del conocimiento, la
teología y la filosofía y política elaboradas profundamente por Guillermo de
Ockham deben ser estudiadas y analizadas leyendo sus obras. En este artículo me
he limitado a comentar unos pocos
aspectos de su pensamiento.
La influencia de su
gnoseología de la intuición y del nominalismo ha sifo enorme en el siglo XIV y
en los siglos posteriores y ha impulsado un enfoque claramente empirista y
experiencial. Además ha reforzado la función del conocimiento científico y
experimental. Es la ejemplificación de la progresiva superación de la Edad
Media, y la llegada de la modernidad, tanto en el ámbito de la filosofía como
en el de la ciencia.
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