La hora de Hillary Clinton
Parece
muy probable que, al final, Hillary Clinton acabe siendo la candidata demócrata
a la presidencia de Estados Unidos. Si consiguiera ser presidenta de su país
lograría algo, nunca visto, en la historia de Norteamérica.
Su
contrincante será, casi con seguridad, Donald Trump, como se sabe. Si bien,
también es cierto, que le queda mucho trabajo por hacer a la candidata a la
presidencia, porque un 53% de los estadounidenses tiene una opinión
desfavorable de Clinton, según Gallup. A pesar de que posee una amplia
experiencia política en las últimas tres décadas. Y esto, puede pensarse que es
un aval decisivo en su campaña. Aunque también está sujeto a interpretaciones
negativas, por parte de los que esperaban más y mejores resultados de su actividad política.
De
todas formas, lo que es evidente es el considerable apoyo que Hillary Clinton
recibe de negros, latinos y gente mayor. Y esto es un activo político decisivo,
en sus aspiraciones, de cara a ocupar el despacho oval, al igual que lo logró
su marido.
Las
deslocalizaciones empresariales están afectando, duramente, a la clase trabajadora norteamericana, y el discurso
económico de Hillary gusta a los afectados por este problema vinculado también
a una globalización descontrolada que, únicamente, busca maximizar los
beneficios a costa de los trabajadores.
Aunque
Clinton critica a Sanders por ser, según ella, demasiado idealista, en lo
referente a la disminución de las desigualdades económicas, y por insistir en que el establishment no debe seguir siendo como hasta ahora, parece
que no es incoherente lo que plantea el rival demócrata. Aunque esto lo coloque
en una situación política más a la izquierda, respecto a Hillary.
Considero
que las elecciones presidenciales en Estados Unidos son un fenómeno mediático y
publicitario de primer orden. Por tanto, estimo que Clinton puede orientar sus
discursos políticos algo más hacia los derechos sociales, sobre todo, si es
nombrada candidata demócrata. De este modo, además, quizás, pueda contar con
los votos de los que están apoyando a Sanders, con lo que saldría beneficiada,
en su presumible lucha con Donald Trump.
La
feroz batalla por ocupar la Casa Blanca se presenta, dentro de unos meses, como
apasionante. Las buenas y sensatas ideas políticas que sigan las líneas
establecidas por los Derechos Humanos son las que pueden marcar las
diferencias. El partido republicano debería moderar sus planteamientos
políticos, y defender también a los latinos, a la población de color, etc. Esto
es lo que demanda el bien común, y lo que está reconocido por el espíritu de la
Constitución americana.Y lo relativo a medidas políticas contra las
desigualdades económicas, la pobreza, la marginación y la exclusión social es
algo que no puede esperar. Además, el derecho a la asistencia sanitaria
gratuita y universal debería ser, a mi juicio, otro de los asuntos prioritarios
en las agendas políticas, tanto de los demócratas como de los republicanos.
Al
final de lo que se trata, fundamentalmente, es de garantizar un Estado del
Bienestar para todos los ciudadanos que viven en
este enorme país, o, lo que es lo mismo, una existencia realmente digna.
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