Averroes
Ibn Rusd o Averroes es
uno de los principales filósofos musulmanes. Nació en Córdoba en 1126 y murió
en lo que, actualmente, es Marruecos, en 1198. Se le conoce como el Comentador,
por sus comentarios mayores y menores a las obras de Aristóteles. De
hecho, Averroes considera que Aristóteles es el más grande
pensador que ha existido.
Aunque fue un
extraordinario comentador de la filosofía aristotélica, también elaboró un
pensamiento original. La significación decisiva de la filosofía está puesta de
manifiesto en el mismo Corán, ya que aparece en sus páginas una llamada a los
creyentes para que se hagan filósofos.
Si bien es cierto que
Averroes quiso mantener la pureza de la doctrina aristotélica, eliminando
aspectos neoplatónicos presentes en la misma en su época, no lo consiguió del
todo, ya que él mismo estaba influido por el neoplatonismo.
La verdad se puede hallar
a través de la razón y de la fe, según Averroes. La doctrina de la doble
verdad, atribuida a este pensador, no impide que tenga la convicción de que la fe y la razón
nunca pueden contradecirse. En relación con las condenas dictadas en París, en
1270 y 1277 contra el averroísmo, las proposiciones condenadas son: «el intelecto de todos los hombres es numéricamente uno e idéntico, el mundo es
eterno; el alma, que es la forma del hombre en cuanto hombre, se corrompe al corromperse el cuerpo; Dios no conoce las
cosas individuales; el libre albedrío es una potencia pasiva, y no activa,
movida necesariamente por el objeto apetecido; la voluntad humana elige por
necesidad». Estas ideas no tenían que haber sido rechazadas, ya que eran la
expresión de la libertad de pensamiento. No se deben poner límites artificiales
a la pura especulación abstracta, y a la libre discusión de ideas y conceptos.
En lo referido a la
inmortalidad del alma Averroes duda y en
pasajes de sus obras la admite, pero no de tipo individual, de forma similar a
Aristóteles.
Como el intelecto
adquirido o especulativo del alma humana, según Ibn Rusd , está condicionado
por la parte sensible que le da las imágenes de las que ha de abstraer las
formas inteligibles, también muere. De esta forma, Averroes se ve obligado a
negar la inmortalidad del alma. O dicho desde otra perspectiva especulativa:
piensa que el alma o, la forma del cuerpo, siguiendo la doctrina aristotélica,
no puede subsistir sin el cuerpo.
Pero, por otra parte,
parece que quiere preservar la religiosidad y las creencias islámicas en el
paraíso, y también sus más complejas especulaciones metafísicas, su teoría del
conocimiento, etc. Así se entiende que conceda que, al morir, el alma se
reencarna en el más allá en un cuerpo de materia incorruptible.
Se comprende que Julius
Weinberg escriba: «Averroes señala que aquellos que niegan la inmortalidad
individual deberían ser condenados a muerte, pues su error es irreligioso y
constituye una amenaza para la comunidad».
De todos modos, considero
que desde un enfoque, puramente filosófico, Averroes creo que está convencido
de la mortalidad del alma. Lo que abre
al ser humano inmensas posibilidades, a través de la investigación especulativa
de lo divino y lo mundano, para alcanzar la felicidad en esta vida empírica y
real, que es la única de la que dispone el hombre.
El pensamiento político
de Ibn Rusd está expuesto en su libro Exposición de la «República» de Platón.
Es una de las obras más importantes de la filosofía política de su tiempo.
Afirma un realismo político absoluto, y rechaza cualquier tipo de tiranía.
Averroes es, el único
pensador medieval, que denuncia la situación de la mujer en la sociedad de su
época. Llega a escribir que las mujeres se “parecen a las plantas”, porque no
se les permite su completa realización personal y social.
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