El
libro de David Le Breton titulado Desaparecer de sí.Una tentación contemporánea
que ha sido publicado por Siruela en
2016 es una interesante obra antropológica y filosófica. Su autor es sociólogo,
y profesor de la Universidad de Estrasburgo. Las reflexiones de Le Breton analizan
lo cotidiano con gran lucidez y precisión, y también comenta aspectos de
algunas creaciones literarias que son clarificadores para dar más profundidad y
matices a sus observaciones.
La
lectura del índice ya proporciona una idea aproximada de los temas que trata Le
Breton a lo largo de las páginas del libro: Difíciles identidades
contemporáneas, dejar de ser una persona, maneras discretas de desaparecer,
formas de desaparición en la adolescencia, Alzhéimer: desaparecer de su
existencia, desaparecer si dejar dirección, uno mismo como ficciones, etc.
La
realidad que aparece descrita es la propia de un mundo acelerado y frenético.
En el que las exigencias de eficiencia o productividad, y las responsabilidades
parece que son lo esencial. No extraña que llegue a escribir Le Breton acerca
de que existen «Tentaciones múltiples
para desaparecer de las obligaciones de una identidad que a veces agota».
Aunque la cuestión se puede enfocar desde la perspectiva pascaliana. En efecto,
es verdad que no saber reflexionar
tranquilo en una habitación durante un tiempo, es una de las desgracias de los
hombres.
El
elogio de la lentitud es otro de los movimientos que expresa esa negación de
algunos hombres y mujeres, respecto a una existencia que se vive de un modo
cada vez más superficial. Es el consumo del tiempo y de las sensaciones, pero
de una forma excesivamente rápida.
De
las consideraciones y análisis de Le Breton parece deducirse un cierto
desencanto ante la civilización occidental. Parece que la necesidad de
desconectarse, por parte del hombre, está motivada por la complejidad de los
entramados sociales y laborales, y por la intrincada trama de las
responsabilidades y las ocupaciones. No se puede controlar todo, y por eso aparece
la necesidad de ausencia.
Se
comprende, perfectamente, que Le Breton escriba «El sueño es un refugio por
dejar de estar ahí, protegiendo de la implicación en un mundo que se percibe
como demasiado áspero».Y esto sucede porque la vida de las personas está, en
general, demasiado fragmentada y atomizada. Vivimos en la dispersión
generalizada, y no por culpa de los propios individuos. Es por el propio
funcionamiento de la sociedad de masas. Los méritos de los sujetos están
infravalorados, ya que estamos en la sociedad del espectáculo y del
sensacionalismo.
Y,
si a esto se añade el efecto negativo de la tecnoadicción, que ya empieza a
verse en la realidad social, se puede pensar en el aislamiento y la
cosificación como uno de los grandes peligros de la era digital. Algo señalado
también por Le Breton «Lo virtual ejerce un efecto narcótico respecto a un
vínculo social que se fundamenta en los contactos, y libera del cuerpo y de
todas las responsabilidades ligadas a su estatuto singular de persona, creando un
mundo por sí solo, con sus propias reglas». Con prudencia se pueden solucionar
este tipo de problemas. De todos modos,
pienso que la capacidad creativa y reflexiva de cada ser humano es la base de
una existencia más intensa, libre, gratificante y plena. Y las tecnologías de
la información y lo digital son el presente y el futuro para nuestra especie.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario