Avicena
Ibn Sina fue un médico y
filósofo que ha influido mucho tanto en el mundo islámico como en Occidente.
Nació en el año 980 y murió en el 1037. Escribió numerosas obras, cerca de 500.
Destacan sus tratados médicos y filosóficos. Consideraba que el universo es
eterno en el tiempo, tesis que fue
tomada como una provocación en Occidente.
Según Avicena el conocimiento es posible, por medio del intelecto agente
que conecta pensamiento y realidad. Otro de sus muchos logros es la formulación
y justificación del argumento ontológico, así llamado por Kant. En efecto,
desde el planteamiento aviceniano el propio concepto de ser necesario es la
prueba de la existencia de Dios. Pero, en realidad, no se sostiene tal
argumentación, porque el plano del pensamiento y el de lo real son diferentes.
En lo referente a la
tesis, sostenida por Avicena, de la existencia del alma independiente del
cuerpo, es la que se conoce como el argumento del hombre suspendido. Juzga que
el alma o la capacidad de pensar es suficiente, por sí misma, para saber que se
existe, sin la mediación del cuerpo. Lo que pone de manifiesto que este gran
médico y filósofo no niega la inmortalidad del alma. Al contrario estima que
por la espiritualidad del alma es posible que sea inmortal. Aunque imprecisas
traducciones de su obra en Occidente dieran a entender que estaba convencido de
que era mortal. De hecho, Avicena deduce
de modo platónico, una prueba de la inmortalidad del alma: «La continua unión
con la realidad, de donde obtiene su perfección y de la cual depende, salvará
al alma de toda corrupción, hasta el punto de que no se destruye ni siquiera al
alejarse o separarse de aquella realidad. Por consiguiente, el alma, después de
la muerte, permanece siempre inmortal, dependiendo de aquella elevada sustancia que se llama Entendimiento universal, y que
los doctos de las diversas religiones denominan Sabiduría de Dios».
Respecto a la estructura
metafísica de la realidad Ibn Sina se apoya en la teoría de la causalidad
aristotélica y también en el neoplatonismo, ya que todo deriva de un primer
grado supremo de realidad.
En lo concerniente a la
filosofía del hombre o a la antropología Avicena muestra sus conocimientos de
la psicología humana, y emplea el razonamiento, la deducción y la observación y
la experimentación, en sus investigaciones y en la elaboración de su filosofía,
y también en la composición de sus obras médicas, y de su práctica cotidiana
como médico.
En lo relativo al fin de
la filosofía escribe Ibn Sina: «Decimos que el fin en la filosofía es informar
acerca de las verdades de todas las
cosas en la medida de lo posible al hombre». La influencia de la filosofía
helena antigua es evidente. En el ámbito del pensamiento político Avicena se
muestra convencido, al igual que Aristóteles, de que el hombre es un ser
social, porque precisa de sus semejantes para desarrollar su existencia y
alcanzar la plenitud.
Fue un pensador político
realista que no consideró necesario plantear las condiciones ideales de un
modelo de gobierno político justo. Ya que se limitó a poner el énfasis en el
orden racional del universo, y también en el gobierno divino de la sociedad,
según indiquen las instituciones musulmanas. Es entendible desde la perspectiva
cultural y social de su tiempo.
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