La carta de Puigdemont a Rajoy es más de
lo mismo.
Aunque el Presidente del Gobierno
español le ha concedido hasta el jueves para entrar en razón y respetar la
legalidad legítima constituida, no parece que esto vaya a suceder. La actitud
firme en la afirmación de Cataluña como estado soberano es clara y evidente.
Considero que Rajoy podía haber obviado
esperar unos días más y tomar ya la decisión de aplicar las medidas que se
pueden tomar con el famoso artículo 155. Sin embargo, ha optado por la
prudencia y el garantismo. De este modo, nadie le podrá decir que no ha sido
respetuoso de los procedimientos formales en su requerimiento a
Puigdemont.
En cualquier caso, aparentemente, la
hora de la verdad llegará el jueves o en los siguientes días. De todos modos, si
pone en marcha medidas mínimas, no creo que sirvan para parar la deriva
independentista en Cataluña y los incumplimientos de las leyes vigentes en todo
el territorio español.
Y, si inhabilita a los dirigentes de la
Generalitat y fundamentalmente a Puigdemont o toma medidas similares pueden
pasar varias cosas. Una de ellas es que se nieguen en redondo a aceptarlas. Y
se tenga que utilizar a la Guardia Civil o a la Policía Nacional. Otra es que
se produzca una movilización masiva de independentistas en las calles de
Barcelona y del resto de Cataluña y eso mismo cause, por la irritación de la
gente, graves problemas de seguridad y de orden público.
Ahora bien, lo que, en mi opinión, no
debería ser es que se permita, por la fuerza de las cosas, que una Comunidad
Autónoma se declare soberana e independiente y se tolere, por no causar una
revuelta política y social de una parte de la población.
Hasta el momento, me da la impresión que
ya se ha dialogado demasiado con Puigdemont y no cambia de planteamientos. Es
el momento de empezar a tomar decisiones políticas de calado y aplicar la
fuerza de un Estado de Derecho de un modo proporcional para que los dirigentes políticos de la Generalitat
cumplan la legalidad.
Con discursos y peticiones de sentido
común y sensatez está visto que no se consigue nada. Por tanto, si se espera
más y se siguen dando largas a la cuestión de la independencia de Cataluña, por
parte del Ejecutivo central, se está favoreciendo la ruptura real y política de
España en dos Estados.
De hecho, Puigdemont en la carta de
respuesta a Rajoy pone de manifiesto que únicamente acepta un dialogo o
negociación sobre la formación efectiva de una república catalana independiente
de España. Es lo que se deduce de lo que ha escrito en las dos páginas de la
carta. Aunque haya realizado una maniobra de tergiversación sobre lo que,
realmente, ha sucedido estas últimas semanas en Cataluña. Ya que si no se
obedece a los tribunales y tampoco se respeta la legalidad no se puede extrañar
nadie de que haya consecuencias. Lo irracional es que no pasara nada.
La justicia no es una mera palabra y el
derecho tampoco. Y ambas no deben ser manipuladas por los intereses políticos
de los partidos independentistas. Y en lo relativo al pacto acordado es una
estratagema más de Puigdemont para legitimar la justificación de su declaración
de independencia. Veremos lo que sucede en las próximas semanas, pero no me
parece que se vaya a arreglar el conflicto político en Cataluña con actitudes
tibias y débiles por parte del Gobierno. Y lo digo con todo el respeto al poder
ejecutivo.
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