Escribir es un puro disfrute para la
mente.
Aunque pueda parecer que no, escribir
también es vivir. Estoy muy agradecido a los miles de lectores y a los cientos
de miles de visitas que tienen mis escritos después de haber redactado más de
setecientos artículos que han sido publicados.
Y esto no es algo que se consiga de la
noche a la mañana, ya que requiere constancia, esfuerzo, perseverancia y
persistencia en la labor de escribir y publicar. Imaginar y crear contenidos de
calidad es algo muy bello. Y los que nos dedicamos a escribir somos artistas de
la palabra.
Los resultados de todo este trabajo
creativo están a la vista y pueden ser comprobados en los diarios digitales, en
la prensa escrita y también en Internet.
No es una tarea fácil, pero es muy
apasionante, ya que es una especie de aventura creativa. El placer de crear con la escritura y de
aportar una pequeña parte, al menos, de mis pensamientos, opiniones y
conocimientos es, indudablemente, muy satisfactorio y gratificante. Estoy muy
orgulloso de ello. El poder de comunicación del lenguaje escrito es
inmenso. Es de sobra sabido, pero
conviene insistir en ello, porque, a veces, no es suficientemente valorado y
reconocido.
Se puede pasar por la vida sin crear
nada y es una opción vital más. Pero, como también dice Fernando Savater,
aunque haya personas que no son activas y no crean para los demás y para sí
mismos, también es cierto que otras si son creativas en el sentido que estoy
planteando. Y el denominado arte de escribir es algo que es muy importante
también en la era digital en la que ya estamos instalados desde hace años.
No es lo mismo escribir un artículo de
vez en cuando o esporádicamente que escribir y publicar con mucha frecuencia.
En este sentido, la acumulación de artículos y lecturas cada semana es algo que
va aumentando y que extiende la influencia y la visibilidad de los que escriben
en los medios de comunicación. Y yo soy uno de ellos. Y también sirven de
palanca de apoyo o de lanzamiento para dar una mayor visibilidad a mis libros
publicados y a otros contenidos audiovisuales que estoy creando paulatinamente.
En el mundo actual la conexión de lo que
se crea o produce con el público es cada vez mayor. La interactividad de los
contenidos crece exponencialmente gracias a las redes sociales y también a los
medios digitales, Internet y los medios audiovisuales.
No me considero un formador de opinión,
aunque alguno me considera así y se lo agradezco. En cualquier caso, estoy
plenamente convencido de que mi actividad creativa es positiva para la
sociedad, para mis lectores y el público en general, ya que lo que escribo
puede ser pensado, discutido, criticado, y también puede servir para que nuevas
ideas y planteamientos aclaren la realidad y proporcionen un cierto beneficio a
la sociedad. Es algo que va en la misma línea de lo que decía Jovellanos.
Además, cualquier persona tiene perfecto
y absoluto derecho a escribir y publicar, porque así lo desea, sin más
justificación.
Desde el respeto y la libertad de
expresión expongo en mis artículos lo que reflexiono sobre numerosos temas. Si
bien, es preciso tener en cuenta, que para justificar y argumentar todas mis
consideraciones tendría que escribir innumerables aclaraciones y matizaciones
de cada aspecto tratado en mis escritos. Es una tarea infinita, pero gozosa. El único límite del escritor o del
articulista es el tiempo del que dispone
a lo largo de su existencia.
Ciertamente, en mis libros, en mis
artículos más largos y en las ponencias
sobre cuestiones filosóficas desarrollo con extensión mis planteamientos. En mi
tesis doctoral Esencia y transcendentalidad en el realismo de Zubiri, a lo
largo de 603 páginas, analizo y reflexiono críticamente sobre muchos aspectos
del pensamiento zubiriano y también de la filosofía en general.
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