Es evidente que, de forma reiterada, la
Generalitat ha incumplido leyes
españolas y sentencias.
Ante esto debe haber por parte del
Gobierno una reacción contundente. Ante
un Golpe de Estado no valen las medias tintas ni los discursos, puesto que es
necesario pasar a la acción, con la intervención del Ejército, si fuera
imprescindible.
Las Fuerzas Armadas ya están ayudando en
tareas logísticas y podrían colaborar con la Policía Nacional y la Guardia
Civil en el mantenimiento del orden público en Cataluña.
En Francia, por causa del terrorismo
yihadista, se ven soldados patrullando en París y en otras partes de Francia y
Europa y se ve como algo normal. De hecho, nadie se rasga las vestiduras por
ello.
Porque, si se espera a este lunes, en el
que probablemente se declare unilateralmente la independencia en la sesión del
Parlament catalán, el curso de la política puede ir, quizás, en una dirección
irreversible hacia la existencia, de facto, de dos Estados enfrentados.
Y, si ocurre esto, me parece que se
entrará en una etapa de diálogos y negociaciones que no llevarán a ninguna
parte. Ya que las posiciones y los planteamientos políticos de unos y otros son
irreconciliables.
El independentismo no acepta, de ninguna manera, el federalismo ni el
plurinacionalismo y el PSOE, o una parte del mismo, ofrece este tipo de
soluciones políticas o de encaje territorial a los independentistas.
Las propuestas de Coscubiela y de Iceta
de más diálogo y de la celebración más adelante de un referéndum pactado con el
Gobierno español tampoco son algo que se pueda aceptar, ya que primero habría
que reformar el texto constitucional.
Si no se logra primero, con las mayorías
necesarias, esta reforma en algunos artículos de la Constitución no se ve el
sentido de empezar este tipo de diálogo o negociación política. Si se aplica
una cierta lógica procedimental.
La inhabilitación o destitución de
Puigdemont, Junqueras, Forcadell, etcétera, creo que sería algo plausible y
coherente desde un punto de vista legal.
Ya el Fiscal General del Estado dijo
hace días que existía la posibilidad de detener a Puigdemont y que la estaban
estudiando y valorando con prudencia y con criterios de proporcionalidad. Lo
que me parece magnífico.
Tal vez, la simple inhabilitación o la
destitución efectiva de las máximas autoridades de la Generalitat, por parte
del Gobierno de Rajoy, podría ser suficiente para impedir la fractura de España
en dos países. O igual empeora las cosas.
Pero ante la desobediencia reiterada del
Govern catalán no creo que existan más alternativas eficaces para impedir la
creación por la fuerza de una república catalana el próximo lunes.
Se puede mantener la esperanza de que no
actuando de un modo contundente no va a pasar nada, pero lo dudo mucho. No creo
que sea un farol lo afirmado por la CUP acerca de la inminente declaración
unilateral de independencia. Y tampoco me parece que sea un órdago al Gobierno
español para ver cómo reacciona y lo que pueden conseguir los independentistas
para Cataluña.
La carta de Fernando Savater y otros
remitida a Juncker que es el presidente
de la Comisión Europea expone nueve puntos esenciales que son la expresión más
clara de lo que son los comportamientos políticos democráticos. Y es verdad que
para aprobar una secesión territorial, si no fuera contra lo que dice la
Constitución, requeriría para ser democrática y válida de la participación en
la votación de todos los españoles.
Estamos asistiendo a momentos y días
históricos para el presente y el futuro de España y de Europa. Puede que una
parte de la ciudadanía no se plenamente consciente de lo que nos estamos
jugando desde una perspectiva económica,
laboral y social, pero parece claro que, si surge y se consolida una república
catalana, puede ser el principio del fin para la unidad de España y de otros
países europeos.
Porque en el País Vasco parece que
pueden seguir una senda similar a la del independentismo catalán y luego puede
haber una reacción en cadena en Galicia y en otras Comunidades Autónomas
españolas. Esto debería tenerlo en cuenta el Ejecutivo presidido por Rajoy.
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