Una licencia de Uber o
Cabify por cada treinta taxistas es lo que dice la norma. Y no se está
cumpliendo.Lo que supone competencia ilegal y desleal para los 70.000 taxistas
y 100.000 familias que viven del taxi.
Lo que no se debería
es opinar alegremente y decir que si las tarifas de Uber o Cabify son un 50 por
ciento más baratas que los taxistas bajen las suyas al mismo nivel.
Es lógico lo que dicen
los taxistas de Madrid: «Paralizaremos Madrid hasta que se cumpla
la ley». Y si dependen de los ayuntamientos que se tomen las medidas
oportunas. Si corresponde tomarlas a las Comunidades Autónomas o al Gobierno
central pues lo mismo.
Hay ahora circulando
en Madrid un vehículo de alquiler con conductor por cada cuatro taxis y según
la legalidad vigente la proporción tiene que ser de uno por cada treinta.
Sobran los comentarios y las argumentaciones para entender la realidad que
están sufriendo injustamente los taxistas.
Porque los taxistas en
España pagan sus impuestos religiosamente, mientras que estas empresas de fuera
no pagan nada y les dan las licencias
igual y todas sus ganancias se van fuera de nuestro país. Los taxistas solo
defienden sus derechos.
Y habría que darse
cuenta, antes de opinar a la ligera, de la gran cantidad de horas de trabajo
que tienen que dedicar a su trabajo los taxistas como autónomos para llegar a
fin de mes con lo que ganan. De hecho, los representantes de los taxistas están
dispuestos a que existan distintos tipos de tarifas, ya que son un servicio
público para los ciudadanos. No cabe duda de que la huelga indefinida en
Madrid, Barcelona y otras ciudades perjudica
claramente a los ciudadanos, especialmente, a los que viajan y desean
trasladarse desde los aeropuertos a sus destinos. Y lo que es el colmo es que
sea por el incumplimiento de la legalidad existente en nuestro país.
Se podría pensar,al menos especulativa e hipotéticamente, en exigir daños y perjuicios desde una actitud
profundamente respetuosa del ordenamiento legal español. Ya que somos
consumidores de un servicio público esencial y se ven afectados negativamente
nuestros derechos. Debería haber servicios mínimos suficientes para atender
correctamente a los ciudadanos que no tienen la culpa de este conflicto. Y que
son los que sufren las consecuencias del mismo de modo absolutamente injusto.
Lo que no puede ser es
que tengan más derechos los que llegan de fuera que los propios españoles.
Igualdad para todos. Es necesario que se regule mejor y coherentemente el
servicio que ofrecen los taxistas y que partan de una igualdad de condiciones
de cara al desarrollo de su actividad laboral.
Si en Uber o Cabify
los conductores ganan mil euros al mes o menos no parece que el resto de
taxistas tengan que conformarse con este dinero para mantener a una familia
para que las tarifas sean muy bajas.
Esperemos que en la
reunión con Fomento de los taxistas se
vuelva a la normalidad cuanto antes. Estoy convencido de que se logrará si se hace
cumplir la ley con más controles a las empresas que alquilan vehículos de
alquiler con conductor.
Respecto a la
violencia que ha aparecido en la huelga y que ha sido transmitida por las
cadenas de televisión son hechos aislados ya que la inmensa mayoría de los
taxistas son pacíficos.
Respecto a los
migrantes existe una regulación legal al respecto. Lo que no me parece bien es
que se les proteja por parte del Estado más que a los propios ciudadanos
españoles que lo necesiten. Me refiero al derecho a la vivienda, al salario
social, ayudas económicas de todo tipo, etcétera. Numerosos ciudadanos en
nuestro país se dan cuenta de esto o lo ven en los medios de comunicación a través de las noticias. Y esto crea un
cierto malestar social fácil de comprender. Debemos ser un poco más coherentes
y justos, primero con los nuestros y después con el resto, porque parece que
somos más papistas que el Papa.
Nadie dice que no haya
que atender adecuadamente a los migrantes que llegan a nuestras costas, pero es preciso también estar al tanto de las
personas que nacidas en España necesitan el apoyo económico del Estado, porque
están padeciendo situaciones de desempleo prolongado, precariedad laboral,
pobreza, etcétera.
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