El libro de Michael
Sandel El liberalismo y los límites de la justicia expone la problemática
social.Y también pone de relieve las
complejidades de las cuestiones morales en relación con la justicia y los
individuos.
No cabe duda que con
el comunitarismo o el liberalismo lo más apropiado incluso desde una
consideración pragmática es la aplicación real de unos principios de justicia.
Independientemente de
lo que cada persona entienda, de forma particular, como una buena vida. La
naturaleza humana no sufre variación a lo largo de los siglos o milenios, ya
que las necesidades básicas son las mismas. De lo que se trata, a mi juicio, es
de combinar adecuadamente las creencias morales con nuestra condición humana.
La ética deontológica
o del deber por el deber elaborada por Kant puede ser remodelada para adecuarla
a las circunstancias sociales y políticas del siglo XXI. Según Sandel «Como Kant, Rawls es un liberal deontológico. Su libro adopta
la tesis principal de la ética deontológica como postulado central». En los capítulos de
su libro este filósofo político y
profesor de la Universidad de Harvard analiza, de forma minuciosa, numerosos
aspectos de teoría moral y política.
Es evidente nuestra libertad para decidir, aunque las
circunstancias en las que los seres humanos están inmersos pueden ser difíciles
y complejas. Somos, por tanto, agentes libres y activos en la vida. Esto lo
plantea de modo muy claro Sandel y es cierto. El mismo Rawls, autor de Teoría
de la Justicia, insiste en que «La unidad del “yo” es facilitada ya por la concepción de la
justicia». En este sentido, la posición original y el velo de
ignorancia son claves para la comprensión de que todos los individuos se merecen
unos mínimos vitales indeclinables desde la perspectiva ética de la
justicia. El deseo de ciertos bienes
básicos está de forma explícita en el planteamiento ético o filosófico de la
denominada posición original de Rawls.
Se entiende que Sandel escriba que «Aunque puedan darse circunstancias en las cuales la
condiciones son formidables y las elecciones pocas, la acción soberana del
hombre como tal no depende de ninguna condición particular de existencia, sino
que está garantizada por adelantado». La forma de entender el liberalismo
deontológico por Sandel se asemeja, a mi juicio, a una interpretación que tiene
en cuenta el bienestar particular de los sujetos o ciudadanos y a la vez
impulsa sus propósitos y proyectos vitales. Es una significación más amplia y
que se puede calificar de omnicomprensiva. El liberalismo puede ser reformado o
reconstituido para darle una mayor apertura de tal manera que potencie una
mayor capacidad de elección de propósitos y fines. Siempre que sean compatibles
con la justicia social. Para Sandel está
claro que «cuando la política funciona bien,
podemos conocer un bien en común que no podríamos conocer en soledad». En
efecto, de lo que se trata es de tomar conciencia de que se puede avanzar mucho
en la elaboración o construcción de políticas concretas que posibiliten la
creación de más bienestar para todos, no solo para unos pocos dejando en el
olvido a una parte de la población.
En este orden de cosas coinciden las
posturas de Rawls y Sandel, porque buscan la desaparición de los graves
problemas del hambre, la pobreza, las enormes desigualdades económicas y otros
problemas sociales de una gran envergadura.
A lo largo del libro de Michael Sandel
se trata la cuestión de las condiciones empíricas de la existencia, ya que son
elementos condicionantes de las conductas de los sujetos en determinados grados
o niveles. El utilitarismo de Hume, por ejemplo, apoya la benevolencia
universal y la simpatía como mejor remedio desde una perspectiva social, pero
creo que es insuficiente. Es preciso que los gobiernos de los Estados actuales
se tome en serio los principios de la justicia para que dejen de ser simples
frases retóricas de tipo ideal y que son una simple aspiración teórica sin más.
Si el emotivismo moral de David Hume
afirma que los sentimientos de agrado o desagrado son la clave para entender
los actos y conductas humanas y no la razón, parece que se está reforzando la
sensación de que la justicia es exigible en las relaciones de convivencia
social y en la distribución de cargas y beneficios. El mérito y la proporcionalidad
deben ser principios rectores que forman parte de lo que se entiende por justo.
Y la dicotomía entre sentimientos y razón en el plano moral afirmada por Hume
puede ser innecesaria desde una perspectiva social.
Límites de
la justicia
El libro de Michael
Sandel El liberalismo y los límites de la justicia expone la problemática
social.Y también pone de relieve las
complejidades de las cuestiones morales en relación con la justicia y los
individuos.
No cabe duda que con
el comunitarismo o el liberalismo lo más apropiado incluso desde una
consideración pragmática es la aplicación real de unos principios de justicia.
Independientemente de
lo que cada persona entienda, de forma particular, como una buena vida. La
naturaleza humana no sufre variación a lo largo de los siglos o milenios, ya
que las necesidades básicas son las mismas. De lo que se trata, a mi juicio, es
de combinar adecuadamente las creencias morales con nuestra condición humana.
La ética deontológica
o del deber por el deber elaborada por Kant puede ser remodelada para adecuarla
a las circunstancias sociales y políticas del siglo XXI. Según Sandel «Como Kant, Rawls es un liberal deontológico. Su libro adopta
la tesis principal de la ética deontológica como postulado central». En los capítulos de
su libro este filósofo político y
profesor de la Universidad de Harvard analiza, de forma minuciosa, numerosos
aspectos de teoría moral y política.
Es evidente nuestra libertad para decidir, aunque las
circunstancias en las que los seres humanos están inmersos pueden ser difíciles
y complejas. Somos, por tanto, agentes libres y activos en la vida. Esto lo
plantea de modo muy claro Sandel y es cierto. El mismo Rawls, autor de Teoría
de la Justicia, insiste en que «La unidad del “yo” es facilitada ya por la concepción de la
justicia». En este sentido, la posición original y el velo de
ignorancia son claves para la comprensión de que todos los individuos se merecen
unos mínimos vitales indeclinables desde la perspectiva ética de la
justicia. El deseo de ciertos bienes
básicos está de forma explícita en el planteamiento ético o filosófico de la
denominada posición original de Rawls.
Se entiende que Sandel escriba que «Aunque puedan darse circunstancias en las cuales la
condiciones son formidables y las elecciones pocas, la acción soberana del
hombre como tal no depende de ninguna condición particular de existencia, sino
que está garantizada por adelantado». La forma de entender el liberalismo
deontológico por Sandel se asemeja, a mi juicio, a una interpretación que tiene
en cuenta el bienestar particular de los sujetos o ciudadanos y a la vez
impulsa sus propósitos y proyectos vitales. Es una significación más amplia y
que se puede calificar de omnicomprensiva. El liberalismo puede ser reformado o
reconstituido para darle una mayor apertura de tal manera que potencie una
mayor capacidad de elección de propósitos y fines. Siempre que sean compatibles
con la justicia social. Para Sandel está
claro que «cuando la política funciona bien,
podemos conocer un bien en común que no podríamos conocer en soledad». En
efecto, de lo que se trata es de tomar conciencia de que se puede avanzar mucho
en la elaboración o construcción de políticas concretas que posibiliten la
creación de más bienestar para todos, no solo para unos pocos dejando en el
olvido a una parte de la población.
En este orden de cosas coinciden las
posturas de Rawls y Sandel, porque buscan la desaparición de los graves
problemas del hambre, la pobreza, las enormes desigualdades económicas y otros
problemas sociales de una gran envergadura.
A lo largo del libro de Michael Sandel
se trata la cuestión de las condiciones empíricas de la existencia, ya que son
elementos condicionantes de las conductas de los sujetos en determinados grados
o niveles. El utilitarismo de Hume, por ejemplo, apoya la benevolencia
universal y la simpatía como mejor remedio desde una perspectiva social, pero
creo que es insuficiente. Es preciso que los gobiernos de los Estados actuales
se tome en serio los principios de la justicia para que dejen de ser simples
frases retóricas de tipo ideal y que son una simple aspiración teórica sin más.
Si el emotivismo moral de David Hume
afirma que los sentimientos de agrado o desagrado son la clave para entender
los actos y conductas humanas y no la razón, parece que se está reforzando la
sensación de que la justicia es exigible en las relaciones de convivencia
social y en la distribución de cargas y beneficios. El mérito y la proporcionalidad
deben ser principios rectores que forman parte de lo que se entiende por justo.
Y la dicotomía entre sentimientos y razón en el plano moral afirmada por Hume
puede ser innecesaria desde una perspectiva social.
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