Poner palabras en un
espacio en blanco es escribir y es un arte. El escritor es un artista y esto, a
veces, se olvida. Indudablemente, los que nos dedicamos a escribir lo hacemos
porque nos apasiona o nos gusta.
Lo fundamental es la
búsqueda incesante de la mejor forma para expresar lo que queremos en cada
línea, párrafo y página. No existe infinita o demasiada diferencia entre
escribir tratados filosóficos, tesis doctorales, novelas, obras teatrales o
artículos, ya que la materia prima son palabras y la adecuada combinación de
las mismas.
Por supuesto, que
existen muy diversas técnicas expositivas, argumentativas y descriptivas, pero
todas tienen en común el uso correcto y coherente del lenguaje. El estilo
propio de todo escritor es el resultado de su estilo de pensamiento y de su
formación e intereses. Actualmente, la
escritura creativa facilita aprendizajes
que pueden ser muy valiosos para los que se inician en la labor de la
escritura como arte. Aunque, desde mi
experiencia, sé que lo esencial es la lectura y la constancia y perseverancia
escribiendo. La inspiración es, en realidad, trabajo y más trabajo y
dedicación. Escribiendo se aprende a escribir.
Si bien los escritores
se ponen manos a la obra con un sentimiento de diversión y de aventura que es
un puro goce anímico. Que de la nada salga algo con sentido es muy agradable y
satisfactorio. Lo grande de la escritura es que todo lo que se escribe son
palabras fijadas para siempre sobre la pantalla que funciona como una especie
de papel digital o sobre las hojas en blanco.
La publicación de los
escritos puede adoptar distintos formatos.
Al final, los libros pueden ser
tratados, novelas que agrupen varios relatos o que cuenten una sola
historia, ensayos que integren varios artículos o capítulos más o menos
extensos, recopilaciones de artículos que ya han sido publicados en diarios y
cuentos o relatos breves.
Existen muchos modos,
por ejemplo, de escribir novelas cortas o largas, pero la clave está en
escribir de forma continuada sin miedo y luego al final revisar lo escrito para
pulirlo, ampliarlo, cambiar partes, si es preciso, o perfeccionar o mejorar el
contenido ya redactado.
Seguir un guión o esquema con lo planteado en cada capítulo
parece lo más apropiado para no desperdiciar tiempo y centrarse, y es lo
aconsejado por los expertos, pero cada escritor tiene su forma de hacer las
cosas.
No cabe duda que el
orden y la organización parecen, en principio, más necesarios para la
elaboración de un escrito de más de cien páginas. En los artículos
periodísticos que tienen una extensión aproximada de unas dos páginas no es
precisa una organización minuciosa de lo que se va a comentar o explicar. Pero
en novelas de cientos de páginas la tarea de composición y ordenación de los
personajes y de las situaciones requiere
una adecuada planificación y estructuración.
En el fondo, a mi
juicio, para escribir novelas o tratados las notas o los cuadernos con datos,
citas, observaciones, etc., son muy útiles para facilitar el avance en lo que
se está escribiendo.
Es verdad que también
existen escritores que escriben de memoria, sin falta de notas o esquemas de
apoyo. Depende, sobre todo, del género literario y del tipo de escrito. Si, por
ejemplo, se escriben unas memorias muchos prefieren acudir a sus recuerdos y
plasmarlos según son capaces.
En las novelas que
mezclan lo autobiográfico con la narración de historias vitales y
circunstancias sociales con una mezcla de realismo y ficción, la pura
rememoración con la invención verosímil de situaciones, descripciones y escenas
puede ser más que suficiente.
Grandes escritores
utilizaban cuadernos de notas para anotar ideas que se les ocurrían,
observaciones, datos, contenidos históricos o geográficos y otras cuestiones de
cara a disponer de más material para la redacción de sus escritos del tipo que
fuesen.
La buena y extensa
documentación es primordial, generalmente, para ponerse a escribir. Y esto no
quita originalidad al escritor. Puede ser original aunque consulte información
para no cometer errores en la ambientación de sus narraciones y ajustarse a lo
característico de cada época histórica y a las circunstancias.
En los escritos menos
extensos la libre espontaneidad puede aparecer de modo más frecuente. En los
más largos también la libre asociación de ideas y relaciones por medio de la
memoria y la imaginación crea
combinaciones verbales escritas originales.
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