Marina Garcés
es una filósofa y ensayista que afirma la filosofía como forma de vida.
Según esta
profesora de Filosofía de la Universidad de Zaragoza nuestra época se puede
considerar como de supervivencia en una lucha de unos contra otros, con la limitación inherente al inexorable
paso del tiempo. Es la condición póstuma. Es la puesta en marcha de un no tiempo según
ella. Y es cierto, ya que parece que todo ha dejado de poseer una significación
estable y está sujeto a una relativización constante e imparable. Es la
posmodernidad líquida. Lo planteado ya por Bauman. No hay nada estable.
Sucede que
parece que todo se está acabando: la esperanza en un mundo mejor, un futuro
ilusionante, etcétera. Según esta pensadora vivimos en la incertidumbre
constante y continua. Por ejemplo, ¿Hasta cuándo habrá pensiones? Ciertamente,
es habitual pensar que los cambios económicos pueden ser radicales y de
consecuencias catastróficas para una parte considerable de los ciudadanos.
Parece como
si los ideales de mayo del 68 y otros posteriores se hubieran volatilizado en plena era digital.
Es como, si en una sociedad que funciona con un cierto relativismo y consumismo,
se perdiera el presente y el futuro. Lo único que importa parece que es la
instantaneidad y el cambio acelerado de todo. El transcurso del tiempo ha
perdido el significado positivo de avance hacia la paz y un mayor bienestar.
Además, por
si no fuera suficiente, se percibe un cierto autoritarismo en la manera de
enfocar la realidad desde una perspectiva social. Lo afirma Garcés y es
evidente, si analizamos la vida social actual. Se discute que el capitalismo
sea sostenible, porque está destruyendo el planeta con la sobreexplotación del
mismo.
Y es lógico
que esta filósofa diga que «Vivimos en
un planeta finito al borde del colapso y sobre burbujas (financieras,
inmobiliarias, etc.) siempre a punto de estallar». Es entendible también que
Garcés escriba en su libro Nueva ilustración radical que «La educación, el
saber y la ciencia se hunden también, hoy, en un desprestigio del que solo
pueden salvarse si se muestran capaces
de ofrecer soluciones concretas a la
sociedad: soluciones laborales, soluciones técnicas, soluciones económicas». El
problema surge, si se piensa que las posibles soluciones dependen de la voluntad de los sujetos mismos que conforman
la sociedad actual y también de los políticos que representan, en teoría, los
intereses fundamentales de los individuos y también las ideas de justicia,
equidad y bienestar. También es preciso contar con lo que dicen los expertos y
los técnicos para afrontar los retos de una sociedad digital que es
especialmente compleja.
Garcés defiende
la filosofía como una forma de vida, un arte que nace en la calle y que continúa sin
interrupción en los espacios íntimos e invisibles.
Algunos de
sus filósofos referentes son: Merleau-Ponty y Diderot. Sus primeros maestros
son Deleuze y Foucault y declara que en los últimos años le ha
marcado la lectura del pensamiento feminista y postcolonial. Según Garcés no
somos capaces de transformar nuestras condiciones de vida. Y el necrocapitalismo
se está cargando el planeta. Saber más no convierte en mejores a los seres
humanos. Ya que el egoísmo más absoluto predomina sobre la solidaridad y la
empatía hacia los demás.
Es, a mi
juicio, indudable que estamos en un momento crucial en el que es necesario
replantearse lo que es el verdadero sentido de la dignidad humana. Como señala
Marina Garcés «La dignitas no era un atributo u otro, sino la posibilidad misma
de podernos plantear cuál es el estatuto de la experiencia humana desde el
punto de vista de la mejora de su condición». Es recomendable la lectura de su
libro Nueva ilustración radical
publicado en 2017. Es autora de otras obras que muestran su profunda capacidad
analítica del presente y su erudición filosófica. Por ejemplo, En las prisiones
de lo posible, Un mundo común, Filosofía inacabada y Fuera de clase.
Pienso que
debemos luchar para construir y dar forma a un mundo solidario y con más
empatía. El espectacular avance tecnológico debe servir para aumentar la
calidad de vida de todos y eliminar la pobreza de nuestro planeta.
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