domingo, 24 de diciembre de 2017

ALBERTO MAGNO



Es uno de los grandes teólogos y filósofos de la Edad Media.
También fue un destacado hombre de ciencia en pleno siglo XIII.  Sus inmensas lecturas le dieron una formación enciclopédica y escribió tratados teológicos, filosóficos y sobre ciencias naturales. Nació en Suabia probablemente en 1199 y falleció en Colonia el 15 de noviembre de 1280. Escribió muchísimas páginas ya que sus obras componen veintiún volúmenes in folio. Lo que da una idea precisa de su extraordinaria labor. Explicó a través de comentarios casi todas las obras de Aristóteles. Afirmó la autonomía de la filosofía respecto a la teología. Algo que no era sencillo en los tiempos en que vivió.
La dedicación de Alberto a la ciencia fue más de observación e  investigación, porque realizó poca experimentación directa, lo que no impidió que escribiera tratados de ciencias naturales de alto valor. El tratado Sobre el alma es una de las obras principales de Alberto Magno. Es el fundador del aristotelismo cristiano. No dudó al indicar los límites respecto a las tesis peripatéticas, si no se ajustaban a la doctrina cristiana. Se le puede considerar como el creador de la filosofía del mundo cultural latino.
Alberto identificaba ser eterno con ser increado a diferencia de su discípulo Tomás de Aquino. Por otra parte, Alberto Magno no identificó a los ángeles con las sustancias separadas de la filosofía peripatética, responsables del movimiento de las esferas celestes. También pensó que el proceso de maduración del embrión humano era progresivo, de manera que en  el origen de tal desenvolvimiento estaba ya todo, incluso la misma inteligencia. Su amor a la verdad es claro e inequívoco. Escribe en el comienzo de su Comentario a las Sentencias: «La contemplación de la verdad, sobre todo de la verdad prima y suma, es la perfección del intelecto especulativo».
Alberto es un pensador que adopta una actitud ecléctica y busca identificar la verdad en los contenidos de  diversas escuelas filosóficas y teológicas y también en relación con sus investigaciones sobre ciencias naturales. Se comprende que  Mercedes Rubio escriba que: «se esfuerza por elaborar una doctrina única fundamentada en ellos, aunque – esto lo reconocen estudiosos de la talla de B. Nardi y F. Van Steenbergen – cuanto  más se releen los textos de S. Alberto mayor es la complejidad que se descubre y la dificultad para su interpretación».
Era consciente de que no era posible fabricar la piedra filosofal, ya que  no es posible elaborar oro con un proceso alquímico. Alberto también realizó observaciones sobre cuestiones relacionadas con la química analítica.
Fue un pensador independiente y original, algo que es reconocido por sus coetáneos. Tomás de Aquino fue discípulo directo de Alberto Magno desde 1248 hasta 1252 en Colonia.
Es entendible que se le conozca a Alberto como Doctor Universalis por la vastedad de sus conocimientos y escritos. Su labor como profesor de Universidad fue también excelente y magnifica en París. Después de obtener el grado de maestro in sacra página que alcanzó hacia 1245 siguió enseñando. Por cierto en este mismo año conoció a Tomás de Aquino en París. Alberto Magno dictó sus cursos hasta 1248 como maestro de la cátedra de Teología para extranjeros, sita en el convento de Santiago de París. El libro Sobre el alma es una de las mejores obras de Alberto y fue un comentario compuesto hacia los años 1260-61.
Alberto es uno de los grandes pensadores escolásticos de su tiempo. Supo también que Tomás de Aquino, de su misma orden, era otro de los grandes teólogos que, junto con él, estaban destinados a conformar la estructura fundamental de la teología católica y también con San Agustín y otros teólogos.
Lo que se echa de menos en relación con las obras de Alberto Magno es que se publiquen sus tratados en ediciones críticas con introducciones a su pensamiento. Es cierto que ya existen algunas obras editadas en español de este gran pensador escolástico, pero hacen falta más publicaciones de sus tratados. Y más estudios y comentarios sobre sus escritos.

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