Cobrar dos pensiones públicas está bien,
porque se ha pagado para poder disponer de ellas. El hecho de que existan más
de un millón de personas en España que están recibiendo dos pensiones tiene su
justificación lógica. Que el 72% de los
pensionistas las perciban es lo justo y racional por muchas razones. Las
pensiones de jubilación y viudedad son prestaciones para poder vivir con
dignidad.
Aunque son consideradas también como
prestaciones de supervivencia, algo perfectamente entendible, si pensamos en lo
que suben los precios de los productos anualmente. En efecto, las subidas de las pensiones son
simbólicas y se está causando a los
beneficiarios de las mismas una bajada muy considerable del poder adquisitivo o
de compra.
En consecuencia, no es justo ni
coherente pretender reformar la pensión de viudedad. Está bien como está. Ya que propicia e impulsa, de un modo
decisivo, la justicia social y aporta una asistencia económica y social
imprescindible.
Aunque el sistema de pensiones se encuentre
con un déficit de más de 18.000 millones de euros el año pasado, esto no supone
que en el futuro haya que limitar o suprimir la prestación de viudedad. Existen
soluciones viables como subir un poco los impuestos u otras medidas
complementarias a través de tributos indirectos o con el Presupuesto del
Estado.
Más del 90% de quienes reciben la
pensión de viudedad son mujeres en nuestro país. Ya que tienen mayor esperanza
de vida que los hombres desde un punto de vista estadístico. Además, la tasa de
empleo femenino era menor hace unos años.
Ahora bien, pensar que la solución al
enorme gasto de la Seguridad Social en pensiones pasa por la limitación del
cobro de la prestación de viudedad durante un número reducido de años me parece
mezquino y completamente injusto. A mi juicio, incumple los principios
constitucionales y los derechos humanos entendidos e interpretados de modo
correcto, desde un planteamiento jurídico profundo.
Y considerar que la pensión de viudedad
se pudiera capitalizar en un pago único, al igual que se puede hacer con el
seguro de desempleo, es otra propuesta política indefendible, si se quiere
vivir en un estado social de derecho.
En el territorio español Galicia,
Cataluña, Islas Baleares y Asturias son las Comunidades Autónomas en las que
existe mayor proporción de pensionistas que perciben dos pensiones.
Por otra parte, el número de mujeres trabajadoras está aumentando, lo que está muy
bien y es algo a celebrar. Esto significa que al incrementarse la
longevidad y también el gasto en
pensiones también habrá con el paso de los años más prestaciones de viudedad y
de jubilación durante más tiempo.
Esto no supone que deba eliminarse el
pago por viudedad, que es una prestación contributiva, en el futuro próximo,
por una decisión política. Estoy convencido que, si algo funciona
razonablemente bien, no hay razón para reformarlo o cambiarlo. La pensión de
viudedad está perfectamente justificada y es esencial e insustituible para
muchas personas y familias. Habría que pensar en aumentar el poder adquisitivo
de todas las pensiones para que los ciudadanos puedan vivir con dignidad y con
un cierto bienestar.
Y, si toda la sociedad civil tiene que
realizar algo más de esfuerzo económico a través de impuestos, el beneficio
será para todos, porque todos podemos
llegar a mayores. Y la convivencia en un estado se fundamenta, al menos
teóricamente, en la justicia y la solidaridad respecto a todos los ciudadanos.
Por tanto, el Gobierno y los partidos políticos, en mi opinión, deben apoyar
sin vacilación y sin ninguna duda el derecho a cobrar la pensión de viudedad
hasta que la persona que la percibe fallece. Es lo mínimo que se debe hacer.
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