Ya Sócrates afirmaba
que vivir la vida sin examinarla no tiene sentido. También Montaigne insiste en
lo decisivo de conocerse a sí mismo en sus Ensayos en pleno siglo XVI.
Fromm que fue unos de
los grandes pensadores del siglo XX también pone de relieve que es esencial el
análisis de la propia conciencia. El arte de vivir se sustenta en el amor, la
razón y la actividad productiva, entre otras cosas. Y también insiste Fromm en
que es necesario el esfuerzo para lograr alcanzar metas vitales o
profesionales.
Frente a la cultura
consumista imperante en el siglo XXI es evidente que la actitud relativista es
la predominante en una considerable parte de la sociedad. La cultura de la
inmediatez o de la rapidez es la propia de la posmodernidad líquida en la que
habitamos y no es la más adecuada para el pleno desarrollo del ser humano, al
menos, en varios sentidos.
En el mundo de la
apariencia y de lo digital en el que existimos parece que se nota más que nunca
que las sabias palabras de Pascal poseen un gran significado. El problema del
ser humano es que no sabe estar solo consigo mismo. En efecto, como decía
Blaise Pascal en el siglo XVII somos una caña pensante, pero nuestra grandeza
está en el pensamiento. Las cosas no piensan y la naturaleza tampoco. Por
tanto, a pesar de la fragilidad y la debilidad humanas que reconoce Pascal es
indudable que los que nos hace grandes es la capacidad de reflexión y también
la posibilidad efectiva de dudar,
investigar, etc.
Además, se entiende la
importancia de la creatividad, ya que lo que se crea para los demás será el
legado que dejaremos después de la muerte y también será la contribución que
expresamos públicamente a las personas que nos rodean y con las que convivimos
o no. Todo lo que hacemos para nosotros mismos es fundamental y nadie lo puede
poner en cuestión o dudar de ello. Pero también es decisivo lo que se crea para lo que está fuera de nosotros y que nos
va a sobrevivir.
Como escribe el
filósofo Han «Parece que en la actualidad todos nos hemos convertido en
zombis del rendimiento y de la salud». Ciertamente, es una observación que
puede entenderse como ajustada a la
realidad social existente. En este orden de cosas en el libro La vida real en
tiempos de la felicidad de Marino Pérez Álvarez, Sánchez González y Cabanas se
pueden leer numerosos análisis y descripciones de la actual sociedad del miedo
en la que estamos inmersos. Según estos profesores universitarios de Psicología
y también según el investigador Edgar Cabanas no existe una psicología positiva
entendida como una ciencia de la felicidad en toda regla. Frente al
planteamiento individualista y neoliberal del rendimiento empresarial a toda
costa la concepción de la felicidad y del ser no se basa en recetas ni promesas.
Considero que una de
las causas de la obsesión por el tener frente al ser es el miedo a la propia
realidad, porque todas las posibilidades
están abiertas y esto supone una fuente de inseguridad ante el presente y el
futuro. El denominado yo flotante no dispone de elementos de seguridad
frente a los vaivenes de la existencia y
esto sucede en la actualidad.
Como se dice en el libro citado: «Las rescindibles relaciones de pareja se redefinen
continuamente, y pueden ser ellas mismas fuente de incertidumbre y vértigo de
libertad, en vez de baluarte de seguridad». Ante estos cambios sociales que se
están produciendo se comprende perfectamente que numerosas personas pasen por
crisis o que tengan problemas para
afrontar la vida con alegría, optimismo y energía. Que las futuras generaciones
puedan vivir peor que la actual es incoherente e irracional por múltiples
razones.
Lo más apropiado para
vivir en el ser y no tanto en el tener está en entender la felicidad como actos
de regulación de las decisiones y no en
unas pautas rígidas que deben ser seguidas. Entre otras razones porque la misma
existencia no se deja encuadrar en esquemas fijos e invariables, ya que es
cambiante y dinámica. Para ser feliz también es necesario aceptar un cierto
nivel de esfuerzo, sufrimiento y riesgo que nos conducirá hacia una vida
creativa y también abierta al mundo.
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