domingo, 14 de octubre de 2018

MARGINALIDAD



Es un concepto que desde la perspectiva cultural deja de tener sentido. En cambio, si se analizan los niveles de renta de  algunas capas sociales adquiere clara significación. Las costumbres sociales que son compartidas por una buena parte de la población no son algo exclusivo.
Está claro que en la sociedad digital  la fragmentación social avanza a pasos agigantados y se ha alcanzado un nivel de dispersión y diversidad de costumbres y actitudes sociales que volatilizan cualquier idea de un mínima uniformidad en relación con la idea de normalidad referida a las costumbres, intereses, aficiones, hábitos de consumo, tipos de ocio preferidos y actitudes ante la cultura.
Por ejemplo, la cultura libresca puede ser postergada, en cierto modo, en diversos ambientes sociales en favor de una cultura más ligera. Pero es indudable que ambas pueden coexistir perfectamente sin problemas.
No todo lo que es objeto de aprecio y valoración por una mayoría de personas tiene que ser una moda que los demás sujetos que no la comparten deban seguir.
Las modas  sociales son entendibles y respetables, pero eso no significa que a los que no les gusten tengan que ser considerados raros o que viven en la marginalidad. 
De hecho, existen infinidad de actividades culturales de muy diversa índole y no porque no gusten a todo el mundo dejan de tener una extraordinaria proyección social y pública. Especialmente en el mundo digital en el que convivimos todos. Ya que se puede expandir y hacer visible a cientos de miles o millones de personas creaciones culturales que hace cuarenta o cincuenta años no llegaban a ser difundidas públicamente.
Y esto, en sí, es muy positivo. Por tanto, la marginalidad o la exclusión cultural, a mi juicio, ya no es posible porque los escritores o creadores cuentan  con los medios de  comunicación  digitales  en los que se puede publicar libremente y con la frecuencia y cantidad de escritos que se desee. Y estos medios alcanzan una gran difusión. El disponer, por ejemplo, de una marca personal y salir muy bien posicionado en Google y otros buscadores de Internet también es otro factor que evita la marginalidad o el aislamiento cultural.
Por lo que respecta al concepto de marginación social es evidente que intervienen elementos que determinan tres zonas en la sociedad, algo afirmado por Robert Castel ya en 1992.  Son las zonas de integración con trabajo estable y relaciones sociales sólidas, la zona de vulnerabilidad y la de marginalidad o exclusión que es definible por  la ausencia de trabajo y el aislamiento social. Este planteamiento también lo aceptan otros sociólogos e investigadores.
Como escribe Pilar Moreno «El problema no es la exclusión, sino la sociedad  que permite esta exclusión; no es la sociedad la que posibilita tratar el tema de la exclusión, sino la exclusión la que permite juzgar a una sociedad que practica la exclusión estructural». No cabe duda que para evitar este tipo de situaciones sociales indeseadas e injustas lo mejor es potenciar una sociedad solidaria y creativa en la que exista de verdad la responsabilidad personal y comunitaria. En la que lo público y lo privado sean respetados realmente.
Como ejemplo de aparente marginalidad y relativo aislamiento social se puede pensar en Kierkegaard que fue un filósofo independiente y crítico con la filosofía idealista hegeliana que a su juicio no era adecuada para la vida real humana, ya que se fundamentaba exclusivamente en la razón y en las abstracciones de la inteligencia.
Kierkegaard que fue un filósofo danés de la primera mitad del siglo XIX y que creó un existencialismo basado en la individualidad subjetiva quiso que en su lápida constara lo siguiente: «Dentro de poco habré triunfado. Entonces mi lucha terminará por fin. En una sala de flores podré descansar  y en un coloquio eterno extasiarme con mi Jesús».  Durante su existencia creó una abundante obra filosófica que, en su tiempo, no fue bien aceptada y comprendida en algunos sectores de la sociedad danesa, pero ha sido reconocida su gran labor filosófica  y las críticas, descalificaciones y burlas de las que fue objeto han sido superadas con el reconocimiento universal a la grandeza y profundidad de sus escritos filosóficos.
A mi juicio, la marginación desde una perspectiva cultural y creativa ha pasado  y la tolerancia con las muy diversas expresiones de la actividad cultural de cada creador es algo imprescindible en una  sociedad justa.


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