Lo relativo a los
13.000 niños inmigrantes que están en centros de detención en Estados Unidos es
realmente increíble.
Si se piensa en los
Derechos Humanos y en un trato justo me parece que no es necesario llegar a los
extremos de llevar a los menores a vivir
en tiendas de campaña en pleno desierto. Considero que pueden aplicarse soluciones
menos draconianas.
Especialmente,
pensando en la escolarización de los niños y en la asistencia jurídica que
necesitan, si entendemos que han emigrado desde México u otros países a
Norteamérica huyendo de la violencia, la pobreza u otras situaciones de
explotación insufrible. El gobierno de
Trump debe cambiar su política migratoria.
Sin contar con que en
muchos casos son separados de sus padres o de otros familiares durante largos
meses, con las consecuencias que se derivan de esto, en relación con la
estabilidad afectiva o emotiva de niños y adolescentes, en una etapa esencial
de sus vidas.
Tienen derecho a
solicitar asilo, pero primero tienen que sobrevivir a un campamento que se
parece más a una prisión para niños. Y el gobierno de Trump está acelerando la
construcción de más campamentos o centros de detención para niños migrantes.
Evidentemente, la
salud y el bienestar de estos niños queda en entredicho. Sobre todo en lo
referido a la necesidad de afecto y a la
separación de su entorno familiar, lo cual es muy duro a estas edades.
Desde distintas
organizaciones humanitarias se está insistiendo en que se debe tratar con
humanidad a estos niños y darles plena asistencia jurídica. Parece que la solución más sensata y más
acorde con unas condiciones de vida dignas sería que pudieran seguir con sus
padres y los niños que emigraron solos facilitarles familias de adopción que
cuiden de ellos mientras se soluciona su situación legal o su derecho a asilo.
Es verdad que esto
puede suponer un problema de seguridad, porque habría que controlarlos viviendo
con otras familias para saber dónde están, pero no es algo que no se pueda
realizar actualmente con la cantidad de dispositivos de vigilancia electrónica
existentes y los sistemas digitales que permiten saber acerca de la
localización de las personas para evitar posibles, desapariciones, robos,
huidas, delitos, etcétera.
Es lógico y natural
que los niños quieran reunirse con sus padres. Considero que no debería
separarse a los menores de su familia, por razones psicológicas y también por
respeto a los derechos de la infancia. Es una cuestión que puede entenderse, si
la pensamos también desde la perspectiva del sentido común.
De este modo, ya
habría miles de niños que estarían con sus padres, lo que haría que vivieran
felices y con el afecto necesario. Y podría haber otros cientos o miles de
menores o adolescentes que han llegado por sí mismos a Estados Unidos que al
ser dados temporalmente en adopción a familias seleccionadas dispondrían de una
protección especial que es muy necesaria a esas edades. El apoyo psicológico
que recibirían tanto unos como otros sería especialmente positivo para su
bienestar emocional.
Si Trump cambia estas
medidas y toma en cuenta las protestas de periódicos y de la sociedad civil, así como de diversas
instituciones norteamericanas se avanzaría
por un camino diferente. Y esto se lograría con lo que acabo de indicar
con familias de adopción y con la no separación de los hijos de los padres.
Lo que no se puede
pretender por parte de Trump y de su gobierno es querer convertir a Estados
Unidos en un estado policial. No cabe
duda que la búsqueda de unos niveles de protección de los ciudadanos está bien
y es deber u obligación de todo país, pero esto no significa que haya que
militarizar la sociedad y las calles y construir una especie de estado
militarizado.
Evitar atentados,
robos, crímenes, etcétera está muy bien, pero eso no supone que tenga que
controlarse absolutamente todo de una forma tremendamente minuciosa y
exhaustiva. Es verdad que, por ejemplo, en los aeropuertos, los controles
suelen ser muy rigurosos y eso está bien, pero esto no es extensible o
generalizable a la situación de los inmigrantes, ya que no son presuntos
delincuentes y parece que con el trato que reciben se da a entender que lo
pueden ser.
No digo que pueda
entrar ilegalmente un cierto número de inmigrantes que puedan ser ladrones, por
ejemplo, pero esto no justifica, en modo alguno, en un estado democrático y que
respete todos los derechos humanos que la mayor parte sean mal considerados.
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