Max Planck revolucionó
la Física de su tiempo y es un modelo de integridad moral. Nació en el año 1858
y falleció a los 89 años en 1947 después de haber contribuido, de forma
admirable, al desarrollo de la ciencia. Fue profesor universitario y un gran
físico teórico e investigador. Se le concedió el premio Nobel en 1918.
En 1900 descubrió la
constante que recibe su nombre utilizada para calcular la energía de un fotón.
Es uno de los fundadores de la mecánica cuántica. Desarrolló a lo largo de
muchos años una labor de profesor universitario que le agradó, ya que le
gustaba impartir conocimientos de Física. Y también fue uno de los primeros
docentes que en su época autorizó que las mujeres asistieran a sus clases.
Sus investigaciones en
el campo de la termodinámica y en otros ámbitos de la Física fueron esenciales
para el avance de la misma. Fue amigo de Einstein y otros grandes científicos,
pero discrepaba en ciertas cuestiones del creador de la relatividad y siempre
buscaba con razones y cálculos afirmar sus planteamientos en lo relativo a la
Física.
Entre sus numerosas
aportaciones al progreso de la ciencia y del conocimiento se puede poner
énfasis en que fue el creador e impulsor de la Sociedad Max Planck en Alemania
que dispone de unos 80 institutos que promueven y sostienen la investigación
científica de alto nivel. En este sentido es significativo que un buen número
de los premios Nobel alemanes de los últimos decenios se hayan formado y
también investigado en los mismos.
Las dos condiciones
que planteó como innegociables Max Planck para su Sociedad es que debía
depender de la ley y ser independiente. Como consecuencia lógica de este enfoque
racional estaba financiada con capital público que garantiza, en cierta manera,
los fines y propósitos de la institución, sin depender de variaciones y cambios
más propios del ámbito privado. Buscaba la mayor estabilidad y rigor posible
para la Sociedad científica que fundó.
En lo referido a sus
procedimientos de investigación, análisis y descubrimiento es indudable que fue
muy original y buscó nuevos métodos para la resolución de cuestiones físicas
que surgían, por ejemplo, con la mecánica cuántica y en la teoría atómica. Se
entiende que Planck escriba: «Llegué a convencerme por completo de
la necesidad de introducir enfoques y métodos de cálculo totalmente nuevos para
el tratamiento de los problemas atómicos. Al desarrollo de tales métodos, algo
en lo que ya no pude tomar parte, contribuyeron sobre todo los trabajos de
Niels Bohr y Erwin Schrödinger». No cabe duda de que a lo largo de
su trayectoria vital como científico de primer orden Planck mostró un claro
respeto a la autoridad y a las leyes. En una cierta parte de su existencia
recibió presiones en el campo académico, pero las afrontó con firmeza y
antepuso lo que consideraba su deber a cualquier otro tipo de consideraciones.
Manifestó también un profundo amor a la
ciencia que se expresa en su entrega incondicional y constante a la labor
docente e investigadora. Sabía que había llevado la ciencia hacia niveles nunca vistos y que figuraría en los libros de
Física por sus extraordinarias aportaciones a la ciencia. Otro gran científico
Rutherford dijo de Planck que «jamás ha escrito una palabra que no
sea sincera».
Si se piensa en la
eterna disputa o debate entre la ciencia y la religión como ámbitos que pueden
dar sentido y orientación a la existencia Planck no duda. La considera como una
discusión o especulación innecesaria o, dicho de otro modo, es un dualismo
falso en el fondo, si se analizan en profundidad todas las cuestiones relacionadas
con la disputa. Al respecto escribe o dice Planck lo siguiente: «Pero los dos caminos no son divergentes, sino que tienen
recorridos paralelos y terminan encontrándose en el lejano infinito, en una
meta común». Como se puede ver disponía de talento también para la
especulación y la metafísica o filosofía. La capacidad de inventar fue decisiva para Planck.
El campo de lo
desconocido, por ejemplo, si se considera la formación del Universo y el
destino final del mismo deja numerosos interrogantes que son planteados por los
cosmólogos y también por los filósofos de la ciencia. Al final, los misterios
relacionados con el surgimiento del cosmos y otra serie de grandes preguntas siguen abiertas a la
investigación y a la reflexión.
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