Decía una hamburguesa y hago de portero,
no quiero dinero quiero comer.Y añadía venga usted conmigo y lo ve. Fue en
Gijón en la entrada de un centro comercial con salas de cine. Y no tenía
aspecto de beber ni de consumir ninguna otra sustancia. Solo quería comer. Y
logró comer su hamburguesa. Pero después de un tiempo, que pareció eterno, de
indiferencia de la gente que pasaba ante él. Se cae el alma a los pies al ver una situación
semejante. Produce indignación, dolor y tristeza.
Lo que no puede ser es que en nuestro país pasen este tipo de
cosas. Los servicios sociales, las fuerzas de seguridad y los organismos
competentes en estas cuestiones deberían estar pendientes para que esto no siga
ocurriendo. No se puede ser insensible ante
la pobreza o la indigencia de nuestros semejantes. No hace falta tener
creencias religiosas ni seguir el mensaje de Jesús para darse cuenta de lo
terrible que es estar sin comida y pidiendo desesperadamente trabajo para
alimentarse. Parece que Jesús el Galileo hablaba de un Reino de Dios en la
tierra no en el cielo, según algunos estudiosos e investigadores. Si es cierto, parece que no se está
cumpliendo en absoluto.
Razones de humanidad indican claramente
que deben incrementarse los procedimientos para estar alerta y localizar a
estas personas que están en situaciones extremas y ayudarlas y protegerlas de
forma inmediata. Y la colaboración ciudadana es esencial también para lograr
esto.
Pero la responsabilidad principal creo
que corresponde a las autoridades. El derecho a la alimentación y a la vivienda
está garantizado constitucionalmente. Y, aunque, por ejemplo, un profesor es
una autoridad pública me parece que lo más racional y coherente es que no tenga
que ser necesariamente el que se ocupe del bienestar material de una parte de
sus conciudadanos.
La vida de una persona no puede ser
dejada a su suerte y depender del azar y de las contingencias diarias. Si es
verdad que cada uno va a lo suyo y
domina el más absoluto egoísmo de forma general en la sociedad actual corresponde al Estado dar asistencia a esta
persona desvalida y no dejarla en absoluto desamparo. Y esto mismo se hace
extensivo a todos los individuos que padecen estados de pobreza y de hambre.
Que muchas personas no se puedan alimentar por no disponer de un trabajo es
sangrante y es intolerable en un país con riqueza como España.
Quizás, con más cámaras en las calles,
plazas y en las entradas de los centros comerciales se pueda conseguir que se
actúe con la máxima rapidez para que esto que ha pasado no se vuelva a repetir.
Y también con mayor observación policial y más intervención de vigilantes de
seguridad que avisen y ayuden.
Ningún sujeto debe estar abandonado y
sin protección en este mundo
y en España tampoco. Existen medios materiales y humanos para remediar
este tipo de casos, pero hay que ponerse manos a la obra. No vale con decirlo,
ya que es necesario hacerlo realmente. Pueden constituirse patrullas que
circulen en vehículos por las calles y las distintas zonas de las ciudades para
evitar que hechos similares sigan ocurriendo.
Los albergues para los que no disponen de medios económicos
y necesitan comida y alojamiento son un remedio provisional, pero absolutamente
necesario. Y también lo son, a mi juicio, otras medidas de apoyo y de
reinserción en la sociedad por parte de los servicios sociales de los
ayuntamientos o de quien corresponda. Creo que Cáritas y Cruz Roja no pueden
hacerse cargo de todo. Las autoridades políticas del Estado considero que deben
tomar medidas en favor de estas personas que están padeciendo situaciones de
pobreza.
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