La dimisión de Esperanza Aguirre es una
muestra de dignidad política. Se puede estar en desacuerdo con su política o
no, pero de lo que no cabe la más mínima duda es de que los controles políticos
para no permitir la corrupción no funcionaron.
Y, de una manera clamorosa, parece que
nadie se enteró de lo que estaba sucediendo con la financiación presuntamente
ilegal del PP. Creo que es exigible que los presidentes de una Comunidad
Autónoma estén al tanto de lo que hacen sus hombres políticos de confianza. En
su dimisión ha dicho la señora Aguirre que “me siento engañada y traicionada”,
algo que se entiende desde un
planteamiento ético y también de sentido común, pero que no soluciona el
tema de la responsabilidad política.
Es lógico que los partidos del arco
parlamentario hayan puesto el grito en el cielo ante lo que está ocurriendo con
el partido en el Gobierno. Llevarse dinero a manos llenas con las tramas de
corrupción investigadas en el entorno del PP es algo muy grave. Que ya sean 19
los miembros de los políticos del partido Popular que hayan dejado su cargo no
significa que se pueda hacer borrón y cuenta nueva.
La regeneración y la eliminación de las
prácticas corruptas que ahora toma como divisa el PP es una actitud coherente y
legítima, pero no puede hacer que los ciudadanos olviden la gran cantidad de
dinero robado al erario público con procedimientos ilegales que están siendo
juzgados.
La malversación de fondos, blanqueo de
dinero, comisiones ilegales, sobornos, financiación ilícita, etcétera, son
algo que era habitual durante años y
años como está demostrando la investigación policial y judicial con pruebas
claras y contundentes que no admiten réplica razonable.
Y que las urnas no castiguen estos
hechos de corrupción demostrados es una cuestión que se puede explicar, porque
la gente prefiere una relativa estabilidad económica y la prioriza respecto a
planteamientos éticos de responsabilidad y cumplimiento de los deberes en el
ejercicio del poder. O, al menos, es lo que se deduce, aunque puede haber más
explicaciones posibles. Y lo digo con el máximo respeto a los afiliados,
simpatizantes y votantes del PP.
La confianza en un partido político creo
que se sustenta especialmente en que sus políticos ejerzan su poder y sus
funciones con un exquisito cumplimiento de sus obligaciones legales. También
reconozco que un argumento muy utilizado por altos dirigentes del PP es que la práctica totalidad de concejales de esta formación son honrados
y no han caído en las redes de la corrupción económica y política. Es algo
evidente e indiscutible y que no hace falta comentar de forma muy extensa,
minuciosa y profunda.
Pero esto no sirve de justificación para
lo que ha ocurrido en el pasado reciente y en el presente. La operación Lezo
está acaparando también la atención de los medios, porque es otro claro ejemplo
de los altos niveles de corrupción que han existido.
Y falta la declaración como testigo del
Presidente del Gobierno Mariano Rajoy por el caso Gürtel que es de suponer que
será por videoconferencia. De este modo, evita el espectáculo mediático de
entrar y salir del tribunal, con las preguntas de los periodistas y el revuelo
en los medios de comunicación, especialmente, en los telediarios.
De todas maneras, el
impacto de la contestación presencial a las preguntas desde su despacho puede
ser un fenómeno político viral también, por lo que se puede deducir del mismo.
Partiendo de la presunción de inocencia, ya que responde en condición de
testigo para clarificar aspectos relevantes de lo que se está investigando
judicialmente. Veremos lo que ocurre.
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