Las reválidas son innecesarias, porque
existen otros modos de medir el nivel de conocimientos. Puesto que al quitar
validez académica a las reválidas considero que se podría estar valorando
también que en las Comunidades Autónomas no se imparten exactamente los mismos
contenidos y no existe una homogeneidad absoluta respecto a las programaciones
y otras cuestiones. Por tanto, me parece
bien que se potencie una educación integradora que no coloque obstáculos
excesivos a los alumnos en su proceso de aprendizaje. En el borrador del
proyecto de real decreto se sostiene que para que los alumnos logren el título de
graduado en la ESO tienen que tener conseguidas las competencias básicas y los
objetivos de etapa correspondientes.
En consecuencia, se puede flexibilizar
el requisito de que tengan un 5 como calificación final de toda la etapa
educativa o nota media de toda la ESO. Y parece admisible que se pueda titular
con dos asignaturas suspendidas, pero que no sean simultáneamente Matemáticas y
Lengua Castellana y Literatura. En cambio, en el Bachillerato comprendo que, al
ser una formación posobligatoria y voluntaria, se exija aprobar todas las
asignaturas de los dos cursos.
La finalidad o el propósito pretendido
por el Gobierno es reducir lo más posible la tasa de abandono escolar o el
fracaso educativo. Puesto que según datos de 2012, uno de cada cinco graduados
de la ESO logró el título con al menos una asignatura suspensa. De todas formas,
el proyecto debe pasar el análisis y visto bueno del Consejo de Estado y del
Consejo Escolar del Estado.
Se puede pensar que esto significa bajar
el nivel de exigencia académica, pero puede enfocarse la cuestión desde otra
perspectiva. Existen mecanismos pedagógicos para aumentar el nivel de los
aprendizajes y las mismas programaciones
didácticas de los Departamentos en los centros educativos establecen los
criterios de evaluación, junto con otros muchos aspectos esenciales.
Las calificaciones son un medio
excelente para promover un adecuado nivel de formación y también la cultura del
esfuerzo. También es fundamental que los contenidos impartidos sean de calidad.
Si a esto se añade la excelente labor del profesorado parece que la educación
en nuestro país atraviesa un buen momento, desde un planteamiento general.
No se puede volver a los parámetros de
hace 30 o 40 años. Esos tiempos pasaron y la sociedad y los alumnos han
cambiado considerablemente. La cultura general que se aprendía en aquellos años
es verdad que era muy apreciable, pero no podemos volver a un modelo educativo
idéntico al de entonces. Estamos viviendo en la era digital con todo lo que
supone. Los alumnos tienen la gran ventaja de poder usar Internet, que puede
facilitar los aprendizajes y la propia autonomía y capacidad de investigación de los
adolescentes.
En España no estamos como en Alemania,
en la que se van separando a los alumnos por capacidades para proporcionarles
una educación más dirigida y enfocada.
Es un sistema a analizar, al menos, desde un planteamiento teórico o
especulativo y que puede ser sometido a
análisis y discusión.
La consecución de una educación
equitativa y eficaz pasa, a mi juicio, por bajar la ratio de alumnos por aula y
aumentar el número de profesores. Con esto se podría dar una atención más
personalizada a cada estudiante, más de lo que ya se hace.
De todas maneras, conviene ser
consciente de que la educación es una realidad sumamente compleja, ya que
intervienen muchos elementos. Y también es cierto que existen considerables
diferencias conceptuales respecto a lo que debe ser la educación. En el sistema
educativo se miden y se evalúan las manifestaciones externas de la actividad
intelectual.
En todo caso, considero que la calidad
educativa trata de los efectos positivos del proceso de formación cultural y de
socialización valorados por la sociedad. Un sistema educativo de calidad debe
ser accesible a todos los ciudadanos preparando a los alumnos también para los
retos de la vida adulta.
Esto puede parecer muy difícil de
lograr, aunque ya Séneca escribió que «No nos atrevemos a muchas cosas porque
son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas». En cualquier
caso, es verdad que la cuestión de la calidad educativa puede analizarse desde
una infinidad de argumentaciones y está abierta a un debate y discusión interminable.
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