La
neurociencia está aportando nuevos conocimientos que son claves para mejorar la
enseñanza. Si bien también es cierto que todavía quedan muchas cosas por
conocer sobre el funcionamiento del cerebro desde una perspectiva profunda.
Según Francisco Mora un gran experto en neurociencia la educación tiene que
transformarse para adaptarse a lo que ya se sabe de los procesos atencionales y
de otras cuestiones relacionadas directamente con el rendimiento cognitivo.
Se
busca el logro de una mayor efectividad en el aprendizaje, algo que se puede
conseguir con variadas estrategias formativas. Una de las propuestas de
Francisco Mora es que las clases deben tener una duración de menos de cincuenta
minutos, porque la atención se mantiene generalmente unos diez o veinte minutos
aproximadamente.
Discrepo,
puesto que considero que la cuestión esencial es potenciar la atención de los
estudiantes incrementando la motivación por aprender y también impartir clases
en las que existan aspectos de gran interés que despierten la curiosidad de los
alumnos.
Indudablemente,
puede ser indicada la realización de exposiciones o lecciones que duren unos
diez minutos para dar datos o conclusiones importantes sobre alguna cuestión,
pero no como algo sistemático. Que las
conexiones sinápticas no terminen de conformarse como señala Mora hasta los
seis años es un dato esencial. Así se entiende que el aprendizaje de la lectura
progrese espectacularmente a partir de esta edad.
Lo
que es innegable es el gran valor de las emociones y los sentimientos en los
procesos de aprendizaje. La comprensión y la memoria se ven reforzadas si lo
enseñado conecta bien con los intereses y los gustos de los que se están
formando. El entusiasmo por saber e investigar se puede estimular con diversas
técnicas pedagógicas.
Lo
que emociona se recuerda mejor. Es el camino más adecuado para propiciar un
mayor interés por saber cosas nuevas y por desarrollar también el
autoaprendizaje para que aumente el nivel de autonomía de cada estudiante y
desarrolle cada vez más su potencia reflexiva
argumentativa y su capacidad de entender y relacionar conceptos.
Superar
la monotonía en las clases es una tarea posible y apasionante. De hecho se
logra con contenidos que estimulen la función crítica del cerebro y que
incrementen el poder de la imaginación. Lo desconocido es verdad que aumenta el
nivel atencional de forma general y la forma de explicar también.
Lo
original y lo novedoso rompen la monotonía e impulsan la creatividad. Otro
elemento muy importante es el aprendizaje por descubrimiento y la misma
construcción de lo que los alumnos llegan a saber con la ayuda y orientación de
los profesores.
Existen
muchos mitos sobre el funcionamiento del cerebro, pero la neurociencia los está
eliminando y sustituyendo por datos científicos comprobados. Por ejemplo, los
hemisferios cerebrales están interconectados por el cuerpo calloso y la
transferencia de información entre ambos es constante.
Otros
aspectos a tener en cuenta respecto al rendimiento mental son la luz, la
temperatura o el ruido. La atención requiere silencio y también una buena
iluminación. También es deseable que las aulas sean acogedoras y estén bien
dotadas de elementos tecnológicos que funcionen bien.
Dice
el profesor Francisco Mora que «Más vale asistir a 50 clases de 10 minutos que
a 10 clases de 50 minutos». No digo que no pueda ser verdad, si se consideran las
investigaciones ya realizadas en el ámbito de la neurociencia y de la
psicología cognitiva y del aprendizaje. Pero también depende de la edad de los
alumnos y de otros factores relativos a la madurez mental y cognitiva.
Lo
que está claro también es la necesidad de actuar con prudencia, porque la
neurociencia, la psicología y la medicina siguen investigando sobre el
rendimiento cerebral y todavía persisten numerosos interrogantes sobre los
procesos de pensamiento y acerca de la
naturaleza del mismo.
De
todos modos, las ondas cerebrales y el funcionamiento de la corteza cerebral,
de las neuronas, las conexiones neuronales y de los neurotransmisores químicos
son aspectos sobradamente conocidos ya, junto con otros muchos datos y
conocimientos sobre el cerebro que están en los manuales de psicología y
medicina.
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