Ciertamente, el
derecho a la vida es fundamental en cualquier sociedad se comprende
perfectamente que, en la actualidad, el infanticidio esté tipificado como
delito, por causar la muerte de un niño o niña, de modo intencionado.
Es una práctica
inmoral e indudablemente criminal. En la
prehistoria en infanticidio ha sido muy frecuente y abundante. Los antropólogos
en sus investigaciones señalan que el 50% de los recién nacidos del sexo
femenino fueron matados por sus padres
en el Paleolítico. Es un porcentaje muy elevado y aunque la
proporción del infanticidio en el
periodo prehistórico fuera del 15% también
sería inaceptable desde la perspectiva moderna. Es inadmisible
cualquier tipo de infanticidio.
En el mundo antiguo
era conocido que existían ritos de sacrificios humanos especialmente de niños y
jóvenes, así sucedía en el Imperio Inca
y entre otros pueblos indígenas de Centroamérica y el infanticidio estaba conectado con prácticas religiosas y
supersticiosas.
Fenicios, cartagineses
y egipcios también realizaban sacrificios de niños como una especie de ofrenda o rito para satisfacer a los dioses si bien
en la Grecia clásica se consideraba que
estaba mal realizar sacrificios humanos. Se practicaban costumbres que no eran apropiadas, por ejemplo, en
Esparta aunque fuera por supuestos
motivos eugenésicos o de mejora de la raza o de la etnia.
En la antigua Roma no
era raro ver que se dejaran a niños
recién nacidos abandonados en la calle para que perecieran y aunque las doce tablas
de la ley romana obligaban a matar al niño o la niña que nacía deforme esto fue
modificado.
En el año 374 d. C.,
el infanticidio pasó a ser considerado
un crimen tremendo, pero a los que lo realizaban generalmente no se les perseguía. Existía,
por desgracia, una cierta impunidad.
Respecto al judaísmo los judíos
están convencidos de que es un crimen quitar la vida de los recién nacidos y
tampoco admiten el aborto.
Entre las antiguas tribus
germánicas, en ocasiones, los padres abandonaban a los niños no queridos en el bosque para que
murieran. Otras veces ofrecían los infantes a los dioses y los mataban. El
cristianismo siempre abogó por la defensa de la vida de los recién venidos al mundo.
A pesar de esto, el
abandono de niños a su suerte fue muy habitual en la Edad Media y murieron
en gran número a lo largo de este periodo de tiempo. Además, en Alemania la
madre, en el periodo medieval, tenía derecho
abandonar al neonato. La práctica del infanticidio también fue frecuente
en China y Japón. Tanto en la India como en Pakistán el infanticidio estaba a
la orden del día en el pasado. Era algo terrible, pero que sucedía a la vista de todos. A veces, los padres arrojaban a su hijo recién
nacido a los tiburones del río Ganges
como una ofrenda sacrificial. Aunque el infanticidio está prohibido expresamente por el Corán, en la Arabia
preislámica el infanticidio femenino era
frecuente y enterraban vivas a las recién nacidas.
De ninguna manera es
aceptable la eutanasia de niños por causa de severos defectos de nacimiento,
porque existe la dignidad de la vida de los niños o de las personas y, por
tanto, no se puede permitir se quiera
extender la práctica del aborto con el
infanticidio.
Según el antropólogo
Marvin Harris, entre los cazadores
paleolíticos en torno a la mitad de los neonatos se les daba muerte y el
infanticidio de niñas les servía para controlar
el crecimiento de la población. Es una especie de determinismo ambiental
que ha sido objeto de numerosas discusiones y polémicas.
Ante los hijos no
queridos existe una solución universal y muy eficiente que es darlos en
adopción. Una gran cantidad de parejas quieren adoptar y lo tienen difícil, por
diversas razones, entre ellas los
rigurosos requisitos que se exigen para
adoptar. Con la adopción se puede garantizar
el derecho a la vida y a la vez
evitar estas prácticas crueles,
sanguinarias y terribles que eliminan vidas inocentes.
Es cierto que la
legislación española contempla tres supuestos
en los que mujer puede abortar y
con un plazo de tiempo determinado, pero en las demás circunstancias prevalece el derecho absoluto o sin
condiciones a la vida. Es una cuestión
ética. El niño que nace no puede ser despojado de su vida. Los
procedimientos de adopción son muy minuciosos y exigentes precisamente
para salvaguardar la vida y el bienestar
de los niños y el Estado también protege a los menores.
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