La alta cultura no va
a desaparecer, aunque puede seguir siendo minoritaria.
Denomino alta cultura
a la que no se basa en lo fácil y expresa contenidos de calidad. A la que no
cae en la frivolidad y el espectáculo para atraer lectores, por ejemplo. Frente
a la cultura ligera también es válida la que pretende ser más profunda y no se
conforma con ser un puro objeto de consumo rápido y sin más repercusiones.
La filosofía, la
literatura, el teatro, el periodismo, la cultura clásica, etcétera., forman
parte imprescindible del bagaje cultural de la humanidad, porque manifiestan
ideas, sentimientos y emociones que nos afectan a través del tiempo.
Afortunadamente, en el
mundo y también en España se enseñan todavía Filosofía, Historia, Literatura,
Latín, Griego y otros conocimientos que conforman lo que se entiende por
cultura occidental. De este modo, las nuevas generaciones pueden saber y
disfrutar de la verdadera alta cultura en todas sus dimensiones. Desde los
artículos de Larra hasta la Crítica de la razón pura de Kant pasando por
innumerables escritos de multitud de pensadores o escritores.
Es entendible que
Vargas Llosa realice una crítica en su libro La civilización del espectáculo de
la creciente frivolización de las sociedades contemporáneas. Es la sociedad del
entretenimiento. Parece que la cultura escrita tiene menos valor que lo que
sale en los programas de televisión. Es como si lo visual y la telerrealidad
fueran superiores a los contenidos de
los libros. Y, si no lo son, lo parece
para mucha gente. Es como si lo escrito fuera algo poco importante o banal. Y
posee un extraordinario valor. Se puede hacer la prueba de escribir, como lo
han hecho grandes escritores y articulistas a lo largo de la historia, para
darse cuenta de lo que digo.
Gran parte de lo que
se emite o publica es superficial y es lo que el público parece que demanda. De
este modo, prima la cantidad sobre la calidad. La denominada telebasura es la
que más televidentes tiene, ya que mucha gente quiere ver chismorreo en la televisión.
No digo que haya que eliminar este tipo de programas, pero es preciso el
reconocimiento de que existe otro público que prefiere contenidos de más
calidad y profundidad.
Los índices de
audiencia de los programas televisivos marcan las decisiones de las cadenas
respecto al tipo de espacios que mantienen en antena. Los directivos de los
canales de televisión deberían pensar en ofrecer más programas y documentales
con más rigor, calidad y profundidad.
La cultura ligera no
puede sustituir a la cultura de más calidad. Ambas pueden coexistir. Pero, lo
que no es racional es pretender destruir la cultura escrita propia de la
filosofía y la literatura universales o dejarla al margen. Las obras de Platón,
Aristóteles, Descartes, Hume, Kant, Hegel, Putnam, y otros numerosos filósofos y literatos como
Dante, Bergson, etcétera., son parte esencial de la cultura occidental.
Umberto Eco en sus
últimas publicaciones antes de su fallecimiento ya insistía en la crítica a la
civilización de la rapidez y la superficialidad. Incluso desde hace
decenios se daba cuenta de la deriva
negativa de la masificación de la cultura.
Sus planteamientos son clarividentes y ponen de manifiesto que se debe apostar
por la cultura de calidad y por el reconocimiento explícito de la gran labor
que realizan los que escriben y publican.
Ya que la sociedad del
espectáculo parece que está en contra de los que quieren crear escritos y
publicarlos. Es como si únicamente mereciese la pena que escriban unos pocos,
aunque sea de modo superficial. Y los libros más vendidos no agotan
absolutamente el ámbito de la cultura escrita, ni mucho menos.
La cultura escrita es
muy importante y no es algo insustancial y de poco valor. Y la calidad de la
misma destaca de modo claro, aunque exista literatura superficial y de baja
calidad. Se debe apoyar mucho más a los creadores de cultura, a los escritores
o artistas. La indiferencia social no
está justificada ante el talento
demostrado. De todas maneras, el mérito se abre camino por sí mismo, a pesar de
todo. Aunque es lamentable que tenga que ser así.
Lo esencial es la
producción de nuevos escritos, ya que son contenidos que enriquecen y aumentan la cultura disponible a la que
pueden acceder libremente los ciudadanos de todo el planeta.
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