Este
pensador ha inventado el ensayo moderno, porque uno de sus grandes logros es
pensar escribiendo. Y lo hace, de un modo libre con un brillante proceso de
improvisación fundamentado en sus profundos y amplios conocimientos. Además su
obra Ensayos está llena de argumentaciones y narraciones, en definitiva,
transita por la senda de la filosofía y la literatura.
Sus
Ensayos son un intento estilístico nuevo en pleno siglo XVI. Montaigne en un
par de páginas es capaz de analizar especulativamente un tema o una idea de una
forma original, sin atenerse a un
esquema preestablecido que limite su libertad y creatividad expositiva.
En
realidad, estos escritos de este sabio son la manifestación de su visión e
interpretación del mundo en el que vive y del que es agudo observador. Su
experiencia política y mundana le ofrece pautas de valoración considerablemente
profundas. Ya que demuestra un amplio conocimiento de los caracteres humanos, y
de las grandezas y miserias humanas. En
cualquier caso, el tono de escritura de este erudito francés es ligero y no
categórico.
La
toma de notas de sus abundantes lecturas le servirá también para disponer de un
material de confrontación intelectual con las ideas de otros filósofos del
pasado y de su presente. Influyen diversos autores griegos y latinos en su
pensamiento. Si bien Plutarco con su mezcla de anécdotas con reflexiones de
libre asociación le sirvió de ejemplo para enfocar el procedimiento habitual de
su escritura.
Montaigne
defendió la tolerancia respecto a las ideas y de forma general. En relación con
la Iglesia aunque se consideraba católico sobre todo, como forma de asegurar la
paz en la sociedad, era consciente de la necesidad de reformas internas en la
estructura de esta institución, precisamente para que desaparecieran las
prácticas injustas de la misma. Y esto incluso desde su perspectiva ideológica
y política que era conservadora pero sin dogmatismo. En este sentido, se
adelantó a su tiempo, ya que planteamientos de tolerancia similares se
desarrollaron en el siglo XVIII.
Una
particularidad es que el tema del
libro era su yo. Porque pretendía
explicarse a sí mismo, y su interés no era
escribir en función de los gustos de la opinión pública de su tiempo. De
todos modos, la autenticidad de su escritura y de sus reflexiones aumentó el
número de lectores de sus Ensayos. Montaigne se interesa por el mundo y por la
realidad, y esto se refleja con toda claridad en sus escritos. Sus comentarios
son ingeniosos y a la vez profundos aunque destilan un cierto escepticismo ante
muchas cosas. Esto es quizás el resultado de su dilatada experiencia política,
y del trato con sus coetáneos. Se puede afirmar que Montaigne es uno de los
fundadores de la antropología moderna. Porque el hombre es una criatura
racional y, por tanto, es diferente de otros animales.
Lo
más distintivo del ser humano es la inteligencia abstracta y especulativa. Para
Montaigne la separación entre cuerpo y espíritu es artificial porque ambos están
interconectados. Puesto que lo anímico y lo físico no son independientes el uno
del otro, ya que están integrados. De hecho, las funciones corporales no están
aisladas de las mentales o espirituales, sino todo lo contrario. Y esto ya lo
pensó y escribió el sabio francés hace más de cuatro siglos.
Por
tanto, es evidente que la lectura de los escritos de este pensador francés
supone un claro placer para la inteligencia y la sensibilidad de los lectores.
Su finura en los análisis y la precisión que muestra en sus consideraciones
muestran la grandeza de Montaigne como filósofo y escritor. Las reflexiones que
nos ofrece son muy valiosas, porque derivan de la experiencia que ha atesorado
a lo largo de los años vividos. Fue un gran conocedor de la naturaleza humana.
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