Parece que se va a
producir la investidura a distancia de Puigdemont. Realmente, sería otro pulso
más al Gobierno y a la democracia española. En ningún país democrático del
mundo sucede algo similar a lo que desea el expresidente que está viviendo en
Bélgica.
El hecho de que, si
entra en el territorio español será detenido, no frena las aspiraciones de
poder de este político. Tiene que responder ante la justicia, por lo que
sucedió con la proclamación ilegal de la república catalana y también por otras cuestiones relacionadas con
la secesión que intentó llevar a término, junto con otros dirigentes
independentistas.
No está legitimado, a
mi juicio, para presidir la Generalitat. A pesar de sus peticiones de diálogo
con Rajoy no ha conseguido que sea aceptada su propuesta de una investidura a
través de Internet, ni tampoco que se le conceda la posibilidad de que regrese
a Barcelona para ser investido presencialmente. Y es lo lógico desde un
planteamiento puramente jurídico. No puede ser de otra manera.
El informe jurídico
pedido por el Gobierno es concluyente. No es válida la investidura a distancia.
Es preciso estar presente en el Parlament. Como parece que se ha acordado o
cerrado un pacto político entre dos formaciones independentistas es muy
probable que se produzca una toma de posesión del poder virtual en Cataluña.
Que será rechazada e impugnada por el Gobierno central con un recurso de
inconstitucionalidad en toda regla, como corresponde, sin perjuicio de otras
posibles medidas legales que se puedan adoptar, presumiblemente.
Y seguirá el desafío a
la democracia y el teatro de la política independentista, aunque con Forcadell
dando un paso atrás por razones de prudencia, al no querer presidir el
Parlament aconsejada por sus abogados.
Porque una noche en la cárcel es algo muy duro y se entiende perfectamente su
actitud.
La justicia y el
Gobierno parece que van poniendo poco a poco las cosas en su sitio. De todos
modos, el conflicto catalán creo que tiene cuerda para rato.
La salida de la
primera línea política de Pérez Tapias en el PSOE, por ejemplo, es debida, en
parte, a la no asunción efectiva o profunda de la vía del federalismo de cara
al problema del encaje de Cataluña en España, por parte de Pedro Sánchez o de
la Ejecutiva del partido socialista.
Considero que un
federalismo como el propuesto por Pérez Tapias y por otros sería una buena
forma de que Cataluña permaneciera integrada en España de un modo armónico y
justo.
Pero, creo que, aunque
se dialogara y negociara ad nauseam, no se alcanzaría ningún acuerdo que
hiciera posible la creación de un estado federal, por causa de los partidos
independentistas que no están dispuestos a aceptarlo, ya que quieren formar una
república absolutamente independiente y
soberana.
Y los líderes
políticos secesionistas pueden estar discutiendo sobre el federalismo decenas o
cientos de horas con los políticos constitucionalistas y no lo van a querer para Cataluña.
Por otra parte, esta
misma semana los padres de la Constitución han expresado con rotundidad que el
marco de la ley de leyes es lo más coherente para mantener la unidad del Estado
y el funcionamiento racional del sistema democrático español.
Lo que no impide, en
absoluto, que, como dice Herrero de Miñón, pueda ser abordada una reforma de la
Carta Magna, si es necesario, por vías legales, pero no para premiar la vía
unilateral. Algo intentado por la Generalitat.
En un Estado de
Derecho como el español resulta que el poder judicial está siendo mucho más
útil de lo que se pensaba. Ya que ha actuado, en parte, a instancias del
Gobierno, de un modo muy preciso, firme, razonado y de acuerdo al imperio de la
ley. La labor de los jueces o magistrados está siendo magnífica, en relación
con el conflicto catalán.
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