Fichte
quería una sociedad más justa y racional. Este pensador nació en 1762 y murió
en 1814. En su época la filosofía fichteana fue comprendida como una exaltación
de la subjetividad o como una divinización de la misma. Escribe Fichte: «Según
la Doctrina de la Ciencia el fundamento último de toda efectividad para el Yo es, pues, una originaria acción recíproca entre el Yo y un algo
cualquiera exterior al mismo del cual sólo se puede decir que tiene que ser
completamente opuesto al Yo». Considera,
acertadamente, que el Yo es pura actividad. Es la divinización del Yo. Y esta
es una de las premisas necesarias del idealismo. Además es necesario poner de
relieve que en muchos aspectos es el verdadero fundador del idealismo alemán.
De él parten Shelling y Hegel para construir sus sistemas filosóficos
idealistas.
La
libertad humana es para Fichte lo más esencial, porque la acción parte de ella.
Frente a la indolencia y la pasividad y
el temor al fracaso el gran pensador alemán insiste en la actividad como eje básico para mejorar el estado
social. Y esto requiere una revolución interior también, ya que la acción
creadora de cada sujeto es de naturaleza moral. Acepta los planteamientos
kantianos en relación con la actitud ética. Aunque también es cierto que Fichte
estuvo vinculado a logias masónicas con un sentido místico de lo que representa la humanidad.
A
juicio de Fichte la razón práctica está por encima de la teórica. Señala la
autoafirmación del sujeto como principio del que derivan las instancias de la
realidad. E insiste en sus obras en la
necesidad del impulso y del sentimiento, si se quiere realizar la
racionalidad en el mundo.
Escribe
Fichte: «La teoría transcendental dice que el mundo no es más que la figura
sensible, según leyes conceptuales de la razón,
de nuestro propio obrar interno como pura inteligencia, dentro de los
límites incomprensibles en los que estamos encerrados». Ya que el filósofo
germano confía en un mundo inteligible, que tiene como esfera de la acción al
mundo sensible en el que se puede realizar el deber y la libertad. Aunque el Yo
construya el mundo inteligible precisa del mundo material para que la acción
del sujeto posea concreción en la realidad empírica. Puesto que la razón busca
determinar su entorno de un modo moral y racional. Partiendo de la racionalidad de cada sujeto se establece una
relación intersubjetiva dirigida por la razón también. Es lo que plantea Fichte
de un modo coherente. Ya que el respeto a la libertad y a los otros es el
fundamento de la convivencia social. En el fondo, es la expresión de un amor
moral que es expresión de generosidad e intereses compartidos entre los seres
humanos.
Fichte
enfatiza el gran valor de la cultura como nexo de unión y progreso. Para este
filósofo el hombre es una especie de Dios en la tierra que con un esfuerzo
infinito intenta hacer el mundo a su medida. Aunque sabe que no podrá
conseguirlo, pero no desiste en su perfeccionamiento y esfuerzo. Y la actividad
cultural es la manifestación de una destreza, que aumenta a través del
ejercicio y que posee utilidad como
instrumento para mejorar el mundo y a la vez para lograr los propósitos de cada
sujeto.
La
filosofía de Fichte está al alcance de todos, ya que existen excelentes
traducciones de sus tratados. La lectura de las obras de Fichte es un goce para
el intelecto y para la sensibilidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario