martes, 16 de junio de 2020

SEGUNDA OLA DE CORONAVIRUS




Parece que en Pekín y en otras zonas de China ha llegado la segunda oleada del Covid-19. Es para tomar nota de lo que puede pasar en unas semanas o meses en Europa y más concretamente en España. Y sin ser alarmista, ya que lo datos están sobre las mesas de los expertos. En China ya están confinadas más de 90.000 personas. Podría haber en la capital de este país asiático muchos contagios y el foco ha sido otro mercado.
Las autoridades chinas reconocen que la capacidad de propagación o infectiva es muy alta  y mayor que en Wuhan. Esperemos que en los próximos tres días se controle este brote, ya que, si no es así, está claro que las consecuencias podrían ser catastróficas para el mundo.
Tiene su origen en el mercado de Xinfadi de Pekín que  es el más grande de la ciudad y tiene una extensión equivalente a casi 160 campos de fútbol. Recibe las visitas de 15.000 personas diarias. No es extraño que los mandatarios chinos hayan entrado en una especie de actitud de guerra para controlar el rebrote. También los contagios se han extendido a otras tres provincias chinas.
No hay que olvidar que la capital china tiene más de 21  millones de habitantes y el total del país supera los 1.400 millones.  Parece que es una cepa más contagiosa que la de Wuhan, según señalan los  especialistas. Incluso desde China se dice que esta cepa  se pudo haber originado en Europa.
Por otra parte y, por si no fuera ya bastante, las autoridades de la OMS vigilan el Nipah que es un virus muy letal y  podría dar lugar a nuevas pandemias en el futuro. Ha habido casos en Malasia en 1998 y en Bangladesh en 2004. También se han producido casos humanos en la India desde 2003 hasta 2008 y, en los siguientes años hasta hoy, no se han documentado nuevos brotes. El huésped natural de este virus es un murciélago.
Ante esta situación mundial se puede confiar en la suerte y en que el azar juegue a nuestro favor o habría que seguir con las medidas de precaución recomendadas miles de veces en los medios de comunicación de una manera insistente y repetitiva. Es una cuestión de salud pública.
Los brotes de coronavirus que están apareciendo en varias partes de España son un aviso de lo que puede suceder, si no se toman todas las medidas de protección. Dependemos de la responsabilidad individual para no volver otra vez al confinamiento, en cuestión de semanas o pocos meses. Así de claro lo dicen algunos virólogos.
Y no parece, por lo que se ve en los informativos de las cadenas de televisión, que la inmensa mayoría de los ciudadanos se pongan la mascarilla y respeten la distancia de seguridad.  De poco sirve que se diga que se puede sancionar con hasta cien euros de multa y luego ante cientos de miles o millones de personas en toda España que no se ponen la mascarilla obligatoria no se haga nada.
En relación con la posibilidad de adelantar la vacuna contra la gripe para que no coincida con una posible segunda ola de la pandemia en nuestro país creo que va a ser estudiado por Sanidad, como es lógico. Si pierde eficacia la vacuna no parece conveniente.
La salud es mucho más importante que la economía, sin duda. En Brasil y en otros países parece que algunos gobernantes no piensan así. Lo de Bolsonaro es increíble. En el bello territorio brasileño están enterrando a los fallecidos por Covid-19 unos encima de otros.
Es indignante también la cantidad de muertes que se están produciendo en Estados Unidos y en el mismo Brasil. Y se observa  en las noticias como mucha gente está totalmente abandonada a su suerte en Latinoamérica y especialmente en Bolivia y en otros Estados. El azar campa a sus anchas y hace de las suyas ante la desorganización y el caos existente.
Y si pensamos en Rusia y África los datos de contagios siguen subiendo de modo preocupante y son muy elevados. Cada día en el mundo se producen 134.000 contagios más. En un planeta que cada vez está más comunicado los peligros aumentan. Y con la desescalada en Europa los riesgos se multiplican. Los contagios importados son algo a vigilar para que sean evitados. Los  movimientos de las personas en las vacaciones, en teoría, son controlables sanitariamente.

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