En el libro de la
profesora y filósofa Adela Cortina titulado Neuroética y neuropolítica se
tratan cuestiones directamente relacionadas con la educación moral. Aunque es
un libro publicado en el año 2011 su contenido sigue siendo adecuado para el
entendimiento del presente y para proyectar el futuro.
Es indudable que como
decía Kant «El hombre llega a serlo
por la educación, es lo que la educación le hace ser». Las ciencias experimentales que intentan explicar el
funcionamiento del cerebro están en el inicio de las investigaciones de la
neuroética. La plasticidad neuronal es algo comprobado y se está investigando
especialmente los últimos años para saber cómo se produce. El entendimiento de
las bases neuronales en la toma de decisiones y en las acciones voluntarias
forma parte de un conocimiento más profundo de los mecanismos neuronales implicados
en el conocimiento y en los comportamientos conscientes.
Pero la neuroética
debe tener en cuenta que existen unos límites éticos en ciencia y tecnología
que no tienen que invadir la libertad individual y la intimidad de las
personas. En relación con el respeto a la dignidad humana escribe Cortina que «son justamente las neurociencias las
que nos darán las bases para ese
universalismo, porque nos permiten adentrarnos
en las bases cerebrales de la conducta humana, sea económica, religiosa,
estética, filosófica, política o moral». Evidentemente, el relativismo
ético, a mi juicio, no es admisible ya que perjudica a los demás, porque sin
criterios coherentes y estables para el desarrollo de conductas los problemas
se multiplican, sin soluciones racionales. Otra cuestión diferente es el
relativismo cultural que es entendible.
En relación con los
juicios morales me parece que es posible una convergencia entre los
racionalistas y los intuicionistas. El emotivismo moral de Hume está basado en
la intuición y no en la razón. Sentimos que una conducta es mala y la
desaprobamos de modo inmediato sin necesidad de razonamientos. En cambio, el
modelo racionalista ejemplificado, por ejemplo, por Kant está fundamentado en
nuestra capacidad de juicio o en la racionalidad.
En estos momentos ya
se está investigando lo que piensa una persona a partir de los registros de la
actividad cerebral. La profundidad de este tipo de estudios es progresiva y se
avanza de forma lenta. Una cosa son las acciones de mover miembros que se
pueden estudiar en función de distintas mediciones de la actividad cerebral y otra saber el contenido de los pensamientos. Y esto
plantea claros interrogantes éticos sobre la licitud de este tipo de
investigaciones, que pueden ser abordados también por la Bioética. La distinción
entre el bien y el mal según los estudios sobre el funcionamiento cerebral
indican que existe una moral universal. Y es algo que también afirma Francisco Mora un experto en estas
cuestiones.
Los juicios morales se
deben basar en razones, pero también tienen que apoyarse en las emociones, ya
que su combinación armoniosa es lo que dará mejores resultados. También es
cierto que existen dilemas o situaciones extremas o trágicas que superan lo común y habitual como la
propia de lo relatado en La decisión de
Sofía, obligada en un campo de concentración a elegir entre sus dos hijos a
cuál quiere salvar de la muerte.
Desde la perspectiva
de la existencia cotidiana valores como la atención y la estima adquieren una
relevancia absoluta y se expresan
también en la obligación moral de no dañar. Pero no es suficiente con estos
planteamientos, porque hace falta también solidaridad, fraternidad, justicia y
verdad para que la sociedad se reconstruya desde su interior que está
conformado por los individuos.
Se puede optar por el
caos del individualismo egoísta o por la ética y la aplicación de leyes y
normas justas. La mejor es, sin duda,
esta última. Que el componente emocional es decisivo en la toma de decisiones y en las
conductas se pone cada vez más de manifiesto, pero no se debe olvidar que la
racionalidad es fundamental para darse cuenta de una gran cantidad de aspectos
que son esenciales a la hora de decidirse
en cualquier ámbito. Por eso es tan importante educar y formar en el desarrollo
de las habilidades de razonamiento en la enseñanza y también en la formación general de
cualquier persona. Porque la capacidad crítica y analítica y la elaboración
de juicios junto con la lógica son las que nos hacen verdaderamente humanos
y más inteligentes y sirven para la construcción de una vida grande y plena.
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