martes, 2 de junio de 2020

EPICÚREOS



En el libro de Catherine Wilson titulado Cómo ser epicúreo esta profesora de Filosofía de la Universidad de Nueva York ofrece una extensa serie de consideraciones sobre la utilidad del epicureísmo para la vida moderna. El miedo y el temor son los enemigos de la felicidad y hacen que desaparezca la tranquilidad de la mente o del ánimo. Por tanto, la consecuencia está clara: lo fundamental es vivir sin miedo a nada y luchando por vivir una vida plena y gozosa.
También es decisivo afrontar los avatares y contratiempos de la existencia desde planteamientos positivos y descubriendo el gran valor de la resiliencia y del optimismo. Desde un enfoque filosófico la ontología epicúrea establece la existencia de átomos y vacío siguiendo el atomismo de Demócrito.
En lo referido a la causalidad Epicuro y sus seguidores insisten en la influencia del azar y en el libre albedrío humano. El hedonismo epicúreo busca que los seres humanos se libren del dolor y vivan placenteramente. La existencia virtuosa debe ser el objetivo fundamental de las personas, ya que de este modo serán realmente felices. La mesura y la serenidad se contraponen a los excesos que no son lo mejor para la vida humana.
Los hedonistas no consideran que las emociones sean perniciosas. Al contrario, están convencidos de que son generalmente buenas y positivas. Admiten un cierto relativismo desde una perspectiva más bien antropológica. Piensan que el suicidio es la supresión de la vida y lo desaconsejan a diferencia de los estoicos.
Epicuro se apartó del bullicio de la ciudad de Atenas y vivió de un modo bucólico alejado del mundanal ruido. Como escribe Wilson «Su escuela de filosofía estaba en un jardín (en realidad, una arboleda), que se cree se hallaba situada extramuros de la ciudad, y en ella se debatía de  filosofía, se comía y se escribían libros y cartas».
En relación con el  sufrimiento los epicúreos piensan que  es minimizable, lo que es un buen planteamiento que está en concordancia con los procedimientos médicos de la medicina contemporánea.  
Respecto a la felicidad Epicuro está convencido de que consiste en estar libre de ansiedad y miedo. Se reafirma el valor de la alegría y la satisfacción y también del entusiasmo. En cambio, para los estoicos se es feliz sin tener ningún trastorno emocional.
En cuanto a la educación los epicúreos luchan contra la superstición. Porque el conocimiento es útil y es fuente de placer intelectual que es el más elevado. Sobre el valor de las emociones que son esenciales en las decisiones que tomamos en la vida Catherine Wilson escribe que «Reprimir las emociones es perder consciencia del mundo y conexión con él».
En relación con la muerte la ética helenística epicúrea es muy clara, ya que afirma con rotundidad que no existe nada después de morir. Es una especie de dormir eterno pero sin sueños y sin ningún tipo de consciencia o de inconsciencia.
Desaparecemos físicamente para siempre. Al igual que las plantas desaparecen o los animales mueren sin más, sin pasar a otra vida. La clave es, en consecuencia, vivir al máximo sabiendo que unas generaciones suceden a otras y que en la vida todo se repite, aunque el desarrollo de la experiencia de vivir sea apasionante en sí misma, precisamente, por su brevedad y finitud. Según la filosofía epicúrea  los dioses, si existen, no se preocupan de la humanidad y son ajenos a ella.
Aunque la mayor parte de los escritos originales de Epicuro se han perdido se pueden recuperar parte de ellos al poder ser restaurados hasta ser legibles a pesar de la erupción del Vesubio en el año 79.
Los epicúreos pensaban que siempre existió algo desde un planteamiento cosmológico. Sería como el precursor de la materia. Actualmente, como también dice Wilson «nos hablan de fluctuaciones de partículas virtuales, apareciendo y desapareciendo en el vacío cuántico, que dieron lugar al espacio, el tiempo y la materia».
Epicuro no creía en el destino, ya que confiaba en el poder de la libertad humana. En este sentido, es una ética  que  no es fatalista o pesimista y que apoya las actitudes valientes y también el coraje ante los desafíos de la existencia. Anima a luchar por lo que queremos, ya que no hay nada que perder y mucho que ganar. La pasividad y  el desaliento no forman parte del estilo de vida de los seguidores de este filósofo helenístico que tuvo en cuenta las enseñanzas de Aristóteles.

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