En el libro de
Catherine Wilson titulado Cómo ser epicúreo esta profesora de Filosofía de la
Universidad de Nueva York ofrece una extensa serie de consideraciones sobre la
utilidad del epicureísmo para la vida moderna. El miedo y el temor son los
enemigos de la felicidad y hacen que desaparezca la tranquilidad de la mente o
del ánimo. Por tanto, la consecuencia está clara: lo fundamental es vivir sin
miedo a nada y luchando por vivir una vida plena y gozosa.
También es decisivo
afrontar los avatares y contratiempos de la existencia desde planteamientos
positivos y descubriendo el gran valor de la resiliencia y del optimismo. Desde
un enfoque filosófico la ontología epicúrea establece la existencia de átomos y
vacío siguiendo el atomismo de Demócrito.
En lo referido a la
causalidad Epicuro y sus seguidores insisten en la influencia del azar y en el
libre albedrío humano. El hedonismo epicúreo busca que los seres humanos se
libren del dolor y vivan placenteramente. La existencia virtuosa debe ser el
objetivo fundamental de las personas, ya que de este modo serán realmente
felices. La mesura y la serenidad se contraponen a los excesos que no son lo
mejor para la vida humana.
Los hedonistas no
consideran que las emociones sean perniciosas. Al contrario, están convencidos
de que son generalmente buenas y positivas. Admiten un cierto relativismo desde
una perspectiva más bien antropológica. Piensan que el suicidio es la supresión
de la vida y lo desaconsejan a diferencia de los estoicos.
Epicuro se apartó del
bullicio de la ciudad de Atenas y vivió de un modo bucólico alejado del
mundanal ruido. Como escribe Wilson «Su escuela de filosofía estaba en un
jardín (en realidad, una arboleda), que se cree se hallaba situada extramuros
de la ciudad, y en ella se debatía de filosofía, se comía y se escribían libros y
cartas».
En relación con
el sufrimiento los epicúreos piensan
que es minimizable, lo que es un buen
planteamiento que está en concordancia con los procedimientos médicos de la
medicina contemporánea.
Respecto a la
felicidad Epicuro está convencido de que consiste en estar libre de ansiedad y
miedo. Se reafirma el valor de la alegría y la satisfacción y también del
entusiasmo. En cambio, para los estoicos se es feliz sin tener ningún trastorno
emocional.
En cuanto a la
educación los epicúreos luchan contra la superstición. Porque el conocimiento
es útil y es fuente de placer intelectual que es el más elevado. Sobre el valor
de las emociones que son esenciales en las decisiones que tomamos en la vida
Catherine Wilson escribe que «Reprimir las emociones es perder
consciencia del mundo y conexión con él».
En relación con la
muerte la ética helenística epicúrea es muy clara, ya que afirma con rotundidad
que no existe nada después de morir. Es una especie de dormir eterno pero sin
sueños y sin ningún tipo de consciencia o de inconsciencia.
Desaparecemos
físicamente para siempre. Al igual que las plantas desaparecen o los animales
mueren sin más, sin pasar a otra vida. La clave es, en consecuencia, vivir al
máximo sabiendo que unas generaciones suceden a otras y que en la vida todo se
repite, aunque el desarrollo de la experiencia de vivir sea apasionante en sí
misma, precisamente, por su brevedad y finitud. Según la filosofía epicúrea los dioses, si existen, no se preocupan de la
humanidad y son ajenos a ella.
Aunque la mayor parte
de los escritos originales de Epicuro se han perdido se pueden recuperar parte
de ellos al poder ser restaurados hasta ser legibles a pesar de la erupción del
Vesubio en el año 79.
Los epicúreos pensaban
que siempre existió algo desde un planteamiento cosmológico. Sería como el
precursor de la materia. Actualmente, como también dice Wilson «nos hablan de fluctuaciones de partículas virtuales,
apareciendo y desapareciendo en el vacío cuántico, que dieron lugar al espacio,
el tiempo y la materia».
Epicuro no creía en el
destino, ya que confiaba en el poder de la libertad humana. En este sentido, es
una ética que no es fatalista o pesimista y que apoya las
actitudes valientes y también el coraje ante los desafíos de la existencia.
Anima a luchar por lo que queremos, ya que no hay nada que perder y mucho que
ganar. La pasividad y el desaliento no
forman parte del estilo de vida de los seguidores de este filósofo helenístico
que tuvo en cuenta las enseñanzas de Aristóteles.
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