Merleau-Ponty fue un filósofo francés que elaboró una
fenomenología del cuerpo que causó una considerable repercusión filosófica en
su tiempo y posteriormente. Maurice Merleau-Ponty tuvo una vida relativamente
corta ya que vivió 53 años. Murió en París de modo repentino de una trombosis
coronaria.
Realmente con su
filosofía intentó dar soluciones a todo tipo de cuestiones filosóficas y
también a las políticas y sociales. Fue fundador junto con Sartre y Simone de
Beauvoir de la prestigiosa revista Los
Tiempos Modernos.
Siempre fue un
filósofo y un autor independiente con su autonomía reflexiva y criticó
tanto a la praxis comunista como a la derecha gaullista. Aunque sentía
admiración por los escritos de Marx estaba convencido de que se había
manipulado su obra dando como resultado la opresión y el terror en algunos
países. Al morir prematuramente no tuvo oportunidad de seguir desarrollando y
ampliando su obra siempre en constante evolución.
Los datos de la
ciencia fueron decisivos para la filosofía de Merleau-Ponty y también la
fenomenología tomando como puntos de partida principales las obras de Husserl,
Hegel y Heidegger.
Su afirmación de la
inmanencia de los seres humanos en el mundo materia se pone de manifiesto en
este fragmento: «De ahora en adelante, lo que haya de
metafísico en el hombre ya no puede ser referido a ningún más allá de su ser empírico –a Dios,
a la Conciencia-; el hombre es metafísica en su mismo ser, en sus amores, en
sus odios,…».Para Merleau-Ponty la reducción fenomenológica debe ser una
interpretación existencial ya que formamos parte de la realidad o del mundo.
No cabe duda de que
desde la fenomenología de este pensador francés las esencias no están separadas
de la existencia sino que forman parte de la misma. Es definible también la
intencionalidad operante que se expresa en nuestros deseos, sentimientos,
evaluaciones, etcétera.
El cuerpo que interesa
a Merleau-Ponty no es el físico sino el fenoménico o, dicho de otra forma, el vivencial o lo que
sentimos, somos y pensamos. La carga vivencial que cada sujeto lleva en sí
mismo es una fuerza de comunicación y reflexión que está en el mundo, puesto
que proporciona sentido. Se puede afirmar desde la filosofía del pensador galo
que la conciencia no se entiende sin la corporalidad.
La percepción es, sin
duda, tomar contacto con algo a través de los sentidos y del cerebro. Percibir
es dar sentido a los datos que captamos o aprehendemos de la realidad desde una
perspectiva fenomenológica. Respecto a la conciencia escribe Merleau-Ponty «La conciencia es más bien una red de intenciones
significativas, ya claras por sí mismas; ya por el contrario, antes vividas que
conocidas». El humanismo fenomenológico está presente de forma
indudable en los planteamientos de este filósofo, ya que considera que es
necesario trascender o superar el reduccionismo cientificista.
Se entiende que
insista en la conexión profunda de la literatura, pintura, cine y otras artes
con la filosofía. El misterio y la ambigüedad de la vida son la expresión de
una ontología y metafísica intramundana que desde otros presupuestos se aleja
del idealismo.
Otro filósofo que
elaboró otro tipo de filosofía o metafísica intramundana fue Xavier Zubiri
desde un enfoque descriptivo que puede ser calificado de realismo radical
fenomenológico.
En la filosofía de
Merleau-Ponty lo individual y lo
universal conviven de un modo que no es contradictorio.La conciencia metafísica
es interpretada, acertadamente, como la manera de crear nuevas relaciones de
significación que parten de estar inmersos en la realidad con todas las
consecuencias.
Se ocupó del análisis
pormenorizado de la percepción. En este sentido, se comprende que compare en su
última obra publicada en vida El ojo y el espíritu las miradas del pintor y del
filósofo, ya que ambas penetran en el fondo o en la base ontológica de la
existencia o del mundo. Es, en realidad, una manera de humanizar la naturaleza
en toda su amplitud y complejidad y también
lo cotidiano.
Critica el capitalismo
salvaje, porque limita la libertad y la plena realización de los seres humanos.
Realiza críticas contra el mal funcionamiento de las acciones parlamentarias ya
que «La mistificación parlamentaria consiste en no plantear los
verdaderos problemas, o plantearlos sólo oblicuamente o demasiado tarde». De todos modos, también afirma el gran valor de la
actividad parlamentaria guiada por la verdad y por el bienestar general de cada
país. Es el ejercicio real de la defensa del derecho y de los intereses de
todos.
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