En sus Lecciones sobre
el método de los estudios académicos expone a lo largo de catorce conferencias
o lecciones sus planteamientos sobre la enseñanza. Este libro del gran filósofo
idealista que fue Schelling se publicó en 1803 y es la expresión impresa del
último curso que dictó en ejercicio de su actividad docente en la Universidad
de Jena en el año 1802, ya que continuó su magisterio en otras universidades.
Los intereses de
Schelling siempre fueron muy amplios. Escribió sobre filosofía de la naturaleza
y extendió sus análisis y reflexiones al campo del arte, la religión, la
historia y los problemas del ser, el conocimiento y el mal y la libertad. Todo
era objeto de su atención y pensamiento.
Desde una perspectiva
pedagógica considera, a mi juicio, acertadamente que existe una unidad ideal o
si se quiere espiritual utilizando una expresión suya que abarca o comprende dentro de sí la
variedad de disciplinas y ciencias
existentes.
La cultura desde el
enfoque de la pedagogía, tal como la interpreta especulativamente el pensador
alemán es única, aunque pueda ser subdividida en ramas diferentes en función de
características peculiares. No puedo estar más de acuerdo.
La diferenciación
entre conocimiento humanístico y científico es una manera de entender los
distintos tipos de saberes, pero la integración de los mismos como un mismo
modo de conocimiento me parece
indudable. El propio Schelling insiste en ello ya que escribe «No existe ciencia que en sí estuviera en
oposición con la filosofía; más bien todas tienen su unidad en ella y por
ella». La interdisciplinariedad fue cultivada con energía y pasión por este
filósofo germano y de ello da muestra en sus libros y en sus clases.
Porque las ciencias naturales y la
matemática son la base del conocimiento de la ciencia de su época y también de
la nuestra. El deseo de aprender es universal y se aplica a todo lo que es posible conocer. No sabe de
límites. El afán de totalidad es propio de la mentalidad filosófica ya que el
ser humano se hace numerosas preguntas sobre el mundo y la realidad que
responden a un claro interés metafísico. Es la búsqueda de sentido tanto
general como particular. Desde la perspectiva filosófica de Schelling debe
comprenderse el todo en la unidad. Es una especie de monismo.
Schelling profundiza en su
consideración del aprendizaje o del más
profundo o deseable. Ya que piensa que no debe ser una mera reproducción
mecánica de lo grabado o retenido en la memoria sino la elaboración original de
lo aprendido que ya no se olvida puesto que ha quedado incorporado al acervo
propio. Porque escribe que «Reproducir la materia dada, no en su forma dada y
particular, que puede ser aprendida, sino en una forma original y particular,
tal es el verdadero complemento de la enseñanza misma».
Schelling, como es lógico, elabora una
serie de argumentaciones muy profundas y convincentes acerca de la necesidad de
desarrollar en los alumnos o estudiantes desde el principio de su educación o
formación la penetración mental, la capacidad de entender e imaginar y otras
potencialidades de la inteligencia.
Y esto se consigue principalmente a
través de los distintos lenguajes simbólicos existentes. La matemática y las
otras ciencias usan lenguajes artificiales para disponer de mayor precisión en
sus teorías, formulaciones y operaciones. Las jergas científicas y la
filosófica buscan rigurosidad y precisión y la eliminación de la ambigüedad en
lo que se conoce.
Se entiende, por tanto, que Schelling
escriba adelantándose a su tiempo que «No conozco ninguna ocupación más
apropiada para ejercitar en la edad temprana la penetración, la sagacidad, la
inventiva, que el estudio de las lenguas,
principalmente el de las lenguas antiguas».
La filosofía también
es un conocimiento fundamentalmente basado en el lenguaje. Aunque parta de lo
general y abstracto también está inmersa en lo concreto y en la realidad
material.
Es análisis de otros
saberes y crítica coherente de los mismos y también de la materialidad de lo
mundano. Todos los fenómenos de la realidad pueden ser objeto de la reflexión y
esto es esencial y decisivo. Esto está
bien no olvidarlo. Es la indiscutible grandeza de la filosofía.
No es solamente pensar
lo pensado como el motor inmóvil de Aristóteles es examinar lo dado que, en
realidad, es la totalidad. La curiosidad universal es la gran fuerza que
impulsa siempre el saber o la filosofía.
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