Es un filósofo francés
que destacó por su capacidad crítica, ingenio y erudición. Nació en 1647 y
falleció de tuberculosis en el año 1706 a la edad de 59 años. Ya desde niño se
formó con la lectura de los autores griegos y latinos y de este modo aprendió
las lenguas clásicas. Fue siempre un gran lector. A los 28 años comenzó a ser
profesor más concretamente el 11 de noviembre de 1675. Dedicaba cinco horas
diarias a sus clases y tuvo que componer un Curso que era, en realidad, una
especie de libro de texto para sus estudiantes. Fue un excelente profesor de
filosofía.
Fue acumulando más
conocimientos a lo largo de su trayectoria vital y al disponer de una
extraordinaria tenacidad consiguió convertirse en un gran sabio o erudito. Su
obra principal es el Diccionario histórico y crítico de 1697. Fue perseguido
injustamente por sus ideas políticas y religiosas y fue obligado a abandonar su
patria. Bayle insistía con razones de peso en el origen puramente
convencional de muchos hábitos y
costumbres de su tiempo.
No cabe duda de que
estaba convencido de que la razón sirve más para destruir prejuicios o falsas
ideas que para construir sistemas. Dudaba acerca de numerosas cuestiones, pero
utilizaba su potencia de juzgar para ser coherente y buscar la verdad. Decía Bayle que
«No hay nada más insensato que razonar contra los hechos». No construyó ningún
sistema filosófico y desarrolló un pensamiento crítico y escéptico con una
actitud ecléctica. Quiso sustentar su pensamiento en la verdad y en la libertad
de conciencia, pensamiento y expresión. En definitiva, siendo tolerante y
razonando en profundidad sobre la realidad y lo humano.
En algunos de sus escritos, por
ejemplo en La católica Francia bajo el reinado de Luis el Grande, defiende con
poderosos argumentos la tolerancia basándose en los derechos de la conciencia.
También describe de forma muy realista
los horrores de la persecución por causa de la Inquisición. Y escribe al
respecto lo siguiente: «Dios nos guarde de la inquisición protestante; dentro
de cinco o seis años será tan terrible que suspiraremos por la romana como por
un bien». Y esto lo comenta en 1689.
A juicio de Pedro Bayle es evidente
que la moral es una parte de la filosofía esencial, ya que trata de los
comportamientos correctos y buenos y de los negativos ya que estos son los que producen consecuencias en la
vida cotidiana de los seres humanos. Considera, acertadamente, que el ateísmo
no se opone a la ética, porque ésta se encuentra en otro plano de análisis
superior, incluso por encima de la misma religión. Lo que no significa que
Bayle no valore los principios religiosos como similares, en cierto sentido, a
los morales. Sobre todo, si se tiene en cuenta que la ley natural y la razón y
la conciencia son más que suficientes para que se necesite de la fundamentación
de la doctrina religiosa o teológica en el ámbito de la ética o de la moral.
Como escribe Bayle «La idea particular
de cada hombre es lo que constituye en cada uno su verdad». Y tiene razón. No
se puede justificar ningún tipo de fanatismo o imposición en el campo de lo
humano y tampoco en el ámbito religioso.
Si bien nuestro pensador está de
acuerdo con muchos planteamientos del racionalismo de forma general es evidente
también que en moral afirma el estricto poder de la racionalidad a la hora de
actuar o comportarse. Como comenta Julián Arroyo Pomeda: «Bayle realiza una
firme defensa de la conducta autónoma». Y está claro que no se puede dejar de
seguir los dictámenes de la conciencia personal. Esto es aplicable también a
los tiempos actuales. La fuerza de la razón y de la ley y la libertad cívica no
puede ser oprimida por la fuerza de la violencia.
Bayle habla del ateo honesto como una
expresión también de los derechos de la conciencia. Cada individuo genera su
propia conducta y si se ajusta a derecho es completamente libre de seguir con
su comportamiento. El caso de Tomás Moro es paradigmático al respecto. Quiso
más morir y afrontar con dignidad la decapitación que renunciar a la libertad de su conciencia
moral y a lo que consideraba que era justo. Bayle con sus escritos también
polemiza y discute con otros sabios de su época exponiendo sus argumentos con
rigor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario