Parece que el Gobierno puede aplicar
esta ley para frenar el desafío soberanista catalán.
Y considero que ya debería haberse
aplicado hace tiempo para evitar sobresaltos. Está claro que es necesario
utilizar esta norma para asegurar el cumplimiento de las leyes y que se respete el ordenamiento constitucional.
Con la convocatoria del referéndum y las
declaraciones al periódico La Vanguardia de Puigdemont es evidente que no se
puede esperar más.
El ejecutivo, a mi juicio, tiene que
actuar con contundencia e inhabilitar al presidente de la Generalitat y a los
altos cargos que lo secunden y suspender al gobierno autonómico catalán, aunque
sea temporalmente.
Que Carles Puigdemont afirme que el
Estatut está por encima de la Constitución española es algo absurdo y no se
sostiene con el Derecho en la mano.
El artículo 3 de la Ley de Seguridad
Nacional afirma que la acción del
Estado debe proteger los principios y valores constitucionales. Y están siendo
pisoteados por los partidos independentistas catalanes y por la Generalitat. Y
esta ley reafirma que el Gobierno del Estado posee la competencia exclusiva en
materia de defensa, Fuerzas Armadas y seguridad pública.
Parece bastante probable que esta misma
semana del 4 al 8 de septiembre en respuesta a la Generalitat Rajoy, en una
reunión extraordinaria del Consejo de Ministros, se decida a aplicar la Ley de
Seguridad Nacional.
Si se impide la celebración del
referéndum es muy probable que algunos dirigentes independentistas impulsen
movilizaciones en las calles para protestar. O que surjan de modo espontáneo,
pero esto no debe impedir que se garantice el cumplimiento de la ley.
Es
irracional que el presidente de la Generalitat rechace que pueda ser
inhabilitado por la preparación de la consulta soberanista. El proyecto para
Cataluña del que habla Puigdemont ya está en marcha con la autonomía de la que
disfruta el territorio catalán. Y más de la mitad de la población catalana se
siente española también.Y esto lo dice la investigación sociológica.
Pero, independientemente, de este tipo
de consideraciones lo que es indudable es que no se puede dejar de cumplir el
ordenamiento legal vigente.
Que dispongan de más de 6.000 urnas para
la consulta ilegal es muy grave. Y que estén desafiando constantemente al
gobierno también lo es. No se puede permitir por más tiempo.
El ejecutivo, en mi opinión, está dando
la imagen de ser un gobierno con temor al conflicto, a que se desate un
problema de convivencia o de algaradas en las calles en Cataluña y de esto
mismo se está aprovechando el independentismo.
Con la aplicación de la justicia y el
derecho no se debe temer nada, si se
hace con proporcionalidad, rigor y prudencia. Y ser prudente no significa que
las medidas sean débiles.
Si es preciso enviar el Ejército o más
efectivos policiales para asegurar que un territorio español no se constituya
por la fuerza en país independiente se debe de hacer. Es una actitud que
servirá para evitar la disgregación de España en reinos de taifas.
El Gobierno está obligado a cumplir los principios y el articulado de
nuestra Carta Magna. Y en ocasiones no sirven las palabras, puesto que hace
falta el uso de la fuerza. Las palabras son aire, signos y sonidos, pero los
hechos no lo son.
El estado español está absolutamente
legitimado por el Derecho Internacional y por la Unión Europea y posee una
soberanía sobre todo el territorio indiscutible e indiscutida, ya que está
amparada legalmente.
Se puede mirar para otra parte ante el
conflicto catalán, pero eso empeorará la situación ya creada. Lo lógico y racional es usar la fuerza del ordenamiento
legal para evitar la desaparición de la indisoluble unidad del territorio
español.
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