El exceso de emisiones de los motores
diésel está causando 5.000 muertes anuales en Europa.
La investigación realizada por el
Instituto Metereológico Noruego lo dice
sin margen de duda. Parece, según los
estudios realizados, que se superan los límites establecidos por la normativa
vigente en los diferentes países europeos. Lo lógico es que los gobiernos de
cada estado exijan que las emisiones de óxido de nitrógeno no sean mucho más
altas que los límites fijados por las normas existentes.
Los automóviles que circulan con
gasolina también contaminan pero mucho menos que los coches que funcionan con
diésel. Y el mayor número de muertes prematuras por causa de las emisiones de
motores diésel se da en Italia, Alemania y Francia y el menor en Noruega,
Finlandia y Chipre.
Además, que en Europa se produzcan
alrededor de 425.000 muertes prematuras al año por causa de la contaminación
atmosférica, según las últimas investigaciones es terrible, si se piensa con detenimiento.
Considero que existen tres posibles soluciones al respecto. Sin perjuicio de que
pueda haber más remedios para disminuir, notablemente, la excesiva
contaminación del aire.
La primera solución sería que los
gobiernos obligaran a los fabricantes de automóviles diésel a que los motores
incorporan adaptaciones especiales o ajustes de tal modo que emitieran mucho
menos óxido de nitrógeno en las carreteras y también en las vías urbanas. La
segunda sería que hubiera más coches circulando con motores de gasolina que
contaminan considerablemente menos que los que usan diésel. Y la tercera, que
puede ser complementaria a las dos anteriores es aumentar la oferta de
automóviles híbridos y eléctricos con precios más baratos y asequibles para los
compradores de vehículos.
Y ya no comento lo que puede suceder en
países como China en relación con la contaminación producida por los
automóviles con motores de gasolina o diésel.
Casi seguro que los datos serían para llevarse las manos a la cabeza.
Si una proporción cada vez más elevada
de automóviles fueran híbridos o eléctricos la contaminación atmosférica se
reduciría considerablemente. Si la mitad del parque automovilístico fueran
coches híbridos o eléctricos no habría tantas muertes prematuras.
A mi juicio, es lamentable que no se
implanten medidas y controles más severos para proteger la salud de los
ciudadanos europeos respecto a la contaminación excesiva de la atmósfera. Debe
ser más importante el derecho a la vida y a la calidad de la misma que los
puros intereses económicos.
Si los informes e investigaciones
rigurosas y científicas dan esta información y estos resultados alarmantes los
gobernantes y los parlamentos de los diferentes países europeos deberían
esforzarse de verdad en disminuir, de un modo notable, los niveles de
contaminación. Actualmente, existen energías limpias como la eléctrica que dan
muy buenos resultados. Si la mayor parte de los automóviles fueran eléctricos
aumentaría la esperanza de vida de numerosos ciudadanos y la longevidad sería
mayor.
Lo que no es justo ni racional es que
una parte de la población europea tenga que soportar un ambiente perjudicial
para su organismo. Lo triste es que no se están poniendo los medios y los mecanismos
controladores suficientes para acabar con esta situación. Y ya va siendo hora.
Los que pueden hacer más son, precisamente, los gobiernos de los países
europeos con más fuerza económica y población. Alemania, Italia y Francia
podrían ponerse a la cabeza de una nueva política que redujera la excesiva
contaminación causada por los motores diésel.
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