Parece que los docentes tenemos mala
fama, pero no está justificada.
Se suele decir que los profesores
disfrutan de demasiadas vacaciones y que trabajan pocas horas en comparación
con otras profesiones. Y nada más lejos de la auténtica realidad.
La labor de un profesor no acaba con el
horario lectivo diario, puesto que sigue fuera del centro educativo en su casa
con la preparación de clases, corrección de exámenes y trabajos, elaboración de
pruebas escritas, etcétera. Si a esto se añade la cantidad de horas empleadas
en cursos de formación permanente se pone de relieve el trabajo que lleva a
cabo el profesorado.
En lo relativo al periodo vacacional del
verano es verdad que son dos meses, aunque en julio se celebran exámenes de
EBAU y puede haber otras actividades derivadas de asuntos o cuestiones docentes
en este mes.
En cualquier paso, en los funcionarios
de otros campos de la Administración y en otras profesiones existen días
moscosos, canosos, que se disfrutan
durante el año y que suponen un descanso adicional que no tienen los docentes.
Los moscosos son seis días de libre disposición y los canosos son días de
antigüedad. Se puede afirmar que los profesores no vivimos como marqueses,
precisamente.
Además, tenemos responsabilidades y
debemos tomar decisiones en nuestra labor docente que, en algunas ocasiones,
son difíciles, pero que se basan en el respeto de las normas educativas y en el
espíritu de las mismas. Partiendo de la base
de que se busca siempre lo más adecuado para los estudiantes. Y todo
esto me parece que no es suficientemente valorado por toda la sociedad civil o
por la totalidad de los ciudadanos.
También es preciso tener en cuenta que
la persona que llega a ser profesor ha superado una formación que ha supuesto
miles y en muchos casos decenas de
miles de horas de estudio y lectura. Y a esto se deben añadir, sin duda, miles
o decenas de miles de horas de docencia directa
a lo largo de años o decenas de años. La suma de horas resultante suele
ser, frecuentemente, asombrosa y admirable. Especialmente respecto a los
profesores con más experiencia en la enseñanza. Sobre todo en Secundaria y en
Primaria.
Y los enseñantes siguen preparándose de
forma continua a lo largo de su vida. Y
buscan tiempo para lograrlo. Muchos docentes tienen dos carreras o un doctorado
y también han cursado másteres y poseen diplomas de estudios avanzados con
calificación de sobresaliente.
Por tanto, creo que ha quedado claro que
el trabajo, el esfuerzo y la dedicación de los profesores es muy elogiable y
debe ser apreciado por toda la sociedad.
No se llega a ser profesor fácilmente. Es
indispensable aprender numerosos conocimientos. Se precisa de paciencia,
interés, entusiasmo, motivación y otras cualidades y habilidades que son
valiosas y que también se desarrollan con el paso del tiempo y con la entrega a
la excelente tarea de enseñar y educar a los estudiantes. Es una actividad
gratificante y fundamental la que realizan los profesores y conviene
reconocerlo públicamente.
Es cierto que el trabajo de profesor no
es muy exigente desde una perspectiva física, pero sí lo es desde un enfoque
psicológico, ya que hay que atender las necesidades de formación de todos los
alumnos.
Los estudiantes poseen diferentes
niveles de comprensión y los docentes utilizan métodos y procedimientos
pedagógicos para integrar armoniosamente y potenciar la diversidad de
capacidades y también de talentos presentes
en las aulas. Otro mérito más a incorporar en el bagaje profesional de los profesores. En otras profesiones, el
trabajador acaba su trabajo y se va a su
domicilio y no se lleva trabajo para casa.
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