Los distintos gobiernos no se han preocupado de mandar construir más desalinizadoras
en España.
En Andalucía, Comunidad Valenciana,
Murcia, Castilla La Mancha y Extremadura la falta de agua es un problema que
cada vez va a más en algunas
localidades.
Si se cobrara un impuesto o tasa a las
decenas de millones de turistas que nos visitan cada año de unos diez o quince euros por turista habría dinero suficiente
para la construcción de varias desalinazadoras
cada año.
Porque con la desertización que está
padeciendo buena parte de nuestro territorio y el cambio climático las cosas
respecto a la disponibilidad de agua no van bien, sino todo lo contrario.
La sequía no es algo menor, puesto que
perjudica muy gravemente a la agricultura y
a cientos de miles o millones de ciudadanos que tienen que padecer
restricciones en el consumo y otras
molestias derivadas de la escasez de recursos hídricos, ya que los pantanos
están medio secos.
Los gobiernos no pueden quedarse de
brazos cruzados, puesto que si sigue la tendencia a que cada vez llueva menos,
las consecuencias serán desastrosas.
El agua es un bien
de primera necesidad. Deben tomarse medidas para anticiparse a lo que se
avecina en los próximos meses y años. Y parece que la medida más racional es la
puesta en marcha de decenas de desaladoras
de agua de mar y que sean rentables funcionando con el máximo
rendimiento.
Y aunque su funcionamiento sea más caro
que otros sistemas tradicionales es lo
que realmente se puede hacer, si se analiza el clima en España estos últimos
años.
El agua de mar es una reserva
prácticamente inagotable y gratuita. Debemos aprovecharnos de los avances
tecnológicos para dar suficiente agua de buena calidad a todos los ciudadanos
independientemente del lugar en que vivan.
También sería necesaria una mayor
solidaridad para darse cuenta de que no debe haber una lucha por el agua entre
las comunidades autónomas. Las que disponen de más agua deben de ser solidarias
con las que padecen una situación peor. De todas formas, es evidente que no
puede ser que determinadas zonas rurales estén sufriendo la falta de agua.
España, según afirman los científicos
puede convertirse en un desierto en las próximas décadas. Es un riesgo real al
que debería hacerse frente. El 80% del territorio español puede ser zona árida
con las terribles consecuencias que de ello se derivan.
Aunque lo esencial es que la
planificación en la construcción de plantas desaladoras sea coherente y esté bien controlada para
evitar fraudes o que no entren en funcionamiento todas las que se construyan,
algo que ya ha sucedido, por desgracia en el pasado.
La
desalinización de agua de mar no debe ser la oportunidad para que se
produzca exceso de beneficios para los
que construyan las plantas potabilizadoras de agua. Los ciudadanos se merecen
una cierta calidad del agua a unos costes razonables.
El Gobierno está obligado a proporcionar
el agua necesaria a los habitantes de
nuestro país en unas condiciones adecuadas. No se puede esperar mucho más,
porque el problema de la escasez de lluvias se está acrecentando cada vez más y
la sequía amenaza el bienestar de todos.
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