De
las informaciones que se van conociendo a través de los medios de comunicación
del trágico accidente aéreo de la aeronave de la compañía o pequeña aerolínea
venezolana LAMIA que opera en Bolivia surgen varios interrogantes.
Por
las dos grabaciones que se han hecho públicas se sabe lo que dijo el piloto
poco antes de estrellarse el aparato. Y está claro que el avión se quedó sin
combustible. Es obligatorio que en todos los vuelos las aeronaves lleven
suficiente combustible de reserva que
les permita volar al aeropuerto más cercano y sobrevolarlo al menos durante
media hora.
La
exhaustiva investigación que se iniciará debe poner al descubierto que es lo
que sucedió realmente para que los fallos eléctricos se produjeran y que la
nave se estrellara contra una montaña de Medellín sin combustible. No explotó
en llamas y hubo varios supervivientes, aunque la mayor parte de los pasajeros
y la tripulación murieron.
Habría
que confirmar si el avión siniestrado pasó con éxito la revisión de cheque
técnico, porque, si no se realizó, no importan los motivos, a mi juicio, se
habría producido un fallo de seguridad muy grave. También es necesario
comprobar que, según parece, no disponía de suficiente combustible para llegar
a su destino. No se puede jugar con el riesgo, y por ahorrar gasto en combustible
volar sin reserva de queroseno para gastar menos. No aseguro que sea esto lo que ha sucedido,
pero puede ser objeto también de investigación. Y si el aparato es precario y
no está en buenas condiciones técnicas los niveles de riesgo se multiplican.
Es
cierto que las causas de los accidentes aéreos suelen ser varias a la vez y que
se concatenan en un corto espacio de tiempo provocando la tragedia, pero
conviene que las medidas de seguridad se cumplan escrupulosamente en todas las
ocasiones.
Mi
más profundo pésame para los familiares y amigos de todos los pasajeros y tripulantes
y mi apoyo a los heridos. El equipo de fútbol Chapecoense ha sido diezmado por
el azar y la mala suerte.
Se
deben esclarecer, con todo detalle, las causas del terrible accidente que ha
conmocionado al mundo. Básicamente para que no se vuelva a repetir. La aviación
es el medio de transporte más seguro, ya que en millones de vuelos no pasa
nada, pero es verdad que la estadística de siniestralidad aunque es bajísima no
sirve de consuelo para los que han muerto. Las probabilidades de morir en un
avión son muy bajas, casi despreciables, pero pueden materializarse y ser una
realidad espantosa.
Se
sabe que durante cuarenta o cincuenta segundos los pasajeros del vuelo supieron
que iban a estrellarse contra el terreno y que morirían. Gritaban horrorizados
ante su inminente muerte y no es para menos. El gran problema es que no podían
hacer nada para salvarse ante la colisión. Su terrible destino estuvo en manos
del más fatídico azar.
Unos
fallos técnicos pueden ser los causantes de la desaparición de más de setenta
vidas. Y esto debe hacer recapacitar a las autoridades de Bolivia y a los
directivos de la compañía LAMIA. Se deben exigir responsabilidades por parte de
la justicia.
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