lunes, 19 de diciembre de 2016

EN EL CAFÉ DE LOS EXISTENCIALISTAS

                                                               

La filosofía puede ser algo provocador y siempre es profundamente estimulante. Filósofos como Sartre, Simone de Beauvoir y Camus marcaron una época y dieron al mundo obras extraordinarias. Sus reflexiones y análisis enriquecieron el debate filosófico durante bastantes décadas.El existencialismo y la fenomenología surgieron en la primera mitad del siglo XX  y respondieron a unas exigencias vitales  que estaban presentes en el ambiente cotidiano.
El libro de Sarah Bakewell acerca de los pensadores existencialistas y fenomenológos es interesante porque revela y describe también los avatares y circunstancias que formaron parte de sus vidas.
Hacia 1933 el mismo Sartre en palabras de Bakewell “Estaba aburrido de enseñar, aburrido de lo que había aprendido en la universidad y decepcionado por no haberse transformado todavía en el autor de genio que esperaba llegar a ser desde la niñez”. Y esto sucedía en el mismo año en que se trasladó temporalmente a Berlín.
Para Sartre los seres humanos no poseen ninguna naturaleza prefijada o esencial. Es cierto cada sujeto se construye mientras avanza en su existencia.
En relación con los dilemas morales que las personas tienen que afrontar  en la realidad el pensador francés decía: “Eres libre, por tanto, elige…es decir, inventa”. En efecto, la vida es un constante descubrimiento y una continua creación o invención de lo que se quiere hacer. Y el riesgo forma parte de los procesos de decisión, porque no podemos disponer de toda la información para acertar siempre en lo que decidimos.
La libertad es la capacidad de elegir lo que uno es y será. Pero no se puede evitar el azar y lo imprevisto que forma parte de la existencia de modo continuo. Lo que obliga a cada persona a revisar, cambiar y reconducir sus decisiones, si lo considera adecuado. Crecer interiormente y asumir responsabilidades es algo muy valorado por Sartre, aunque es afirmado desde un ateísmo que ya surgió en su niñez a los 11 años.
La actividad intelectual de Sartre fue prodigiosa y también se desarrollaba en los cafés parisinos en tertulias con otros pensadores y artistas. Era capaz de escribir novela, teatro, ensayo o tratados filosóficos en medio del bullicio de estos locales de ocio. Aunque también disponía de un espacio más tranquilo en el café para escribir.
Escribía artículos polémicos y cofundó también dos periódicos franceses que siguen existiendo en la actualidad: Los Tiempos Modernos y Liberación.
El interés de Sartre por la fenomenología se manifestó pronto. Y es lógico, porque la filosofía fenomenológica trata de describir cualquier cosa que experimentas. Describir fenómenos es la profunda y apasionante de la fenomenología.
Mayo del 68 representó la expresión de una rebelión o levantamiento que exigía cambios sociales y que se inspiraba también en la libertad y la autenticidad analizadas por Sartre y otros pensadores.

En los lemas de este movimiento aparecían temas existencialistas. Como, por ejemplo, Prohibido prohibir, Sé realista: pide lo imposible, etc. Los manifestantes pedían libertad, ya que es lo más característico del ser humano. Se entiende que el 20 de mayo de 1968 Sartre hablara ante 7.000 estudiantes en el gran auditorio de la Sorbona. El mundo se puede transformar a base de acciones y lucha. Fue uno de los mensajes de este gran filósofo. Su ingente y extraordinaria producción filosófica y literaria es un legado que sigue vivo y que posee un valor incalculable.

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