La
muerte es inexorable, pero el juicio del tiempo es objetivo.Ante la fugacidad
de la vida está claro que es conveniente poner en práctica el carpe diem. En
efecto, es cierto que el disfrute de los placeres de la existencia da sentido
también al vivir, pero no lo es todo. La maldad, la violencia, la ignorancia,
la indiferencia, el odio y otras actitudes negativas campan a sus anchas en el
mundo. Y ante la subjetividad está la objetividad que debe ser aplicada a la
realidad.
Las
mentiras y falsedades que están presentes por todos lados deben ser
neutralizadas por una forma de pensar
las cosas que sea objetiva. Lo que significa que no debe imperar lo falso en
muchas cuestiones. La verdad, la racionalidad, la bondad y la comprensión deben
ser los guías de la vida en las interrelaciones humanas y personales, no la
incomprensión, la prepotencia, el egoísmo desenfrenado, y el individualismo más
absoluto.
La
vida por muy larga que sea, en realidad, es más bien corta. Y lo lógico es que
la vivamos con la mayor intensidad posible. Ahora bien, que la vida social se
rija, en ocasiones, por la superficialidad y las tergiversaciones y chismorreos
no es lo correcto. El respeto a los demás es algo innegociable y básico.
Los
auténticos valores de la existencia son la libertad, la justicia, la
solidaridad, la compasión, la bondad, la fraternidad, la igualdad, etc. Son los
valores éticos. Y parece que en el mundo actual
no se practican de modo suficiente. Pero el tiempo pone a cada uno en el
sitio que le corresponde, ya sea en vida o después de morir. A muchos genios ya
se les
ha reconocido en vida.
Puesto
que los méritos objetivos de cada persona pueden ser valorados y evaluados
objetivamente, porque son una realidad material cuantificable. Por ejemplo, si una persona ha escrito libros
y numerosos artículos y ha pronunciado conferencias y colaborado,
abundantemente, en los medios de comunicación eso es algo incuestionable y
merece un reconocimiento objetivo e indiscutible.
Existe
libertad para vivir como se quiera respetando las leyes, pero también hay que
valorar positivamente los logros de los demás. La búsqueda de la felicidad es
algo consustancial a los hombres y mujeres.
El afán por crear y por desarrollar proyectos es lo más propio del
ser humano.
La
conformidad con un tipo de vida exclusivamente materialista no me parece lo más
inteligente. Lo que no supone que se deban dejar a un lado las cosas agradables de la
existencia.
La
inmortalidad puede entenderse de muchas formas. Una de ellas es la permanencia
viva en el recuerdo de los otros. Es la más común y es compatible con dejar rastros
creativos de nuestro paso por el mundo a través de la escritura, la filosofía,
etc.
En
todo caso, lo que es indudable es que el creador o artista se siente feliz
creando o elaborando sus contenidos y publicándolos para que se conozcan. La
producción de cultura es sus múltiples modos es algo que posee un gran valor,
porque también podrá ser disfrutada por las generaciones venideras.
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