Ciertamente, el
marxismo como teoría filosófica supuso un cambio sustancial en las teorías
políticas del siglo XIX e impulsó una serie de cambios sociales que transformaron el modo de entender la
realidad y las relaciones laborales. Marx luchaba por dar a los hombres y
mujeres la plena libertad que es
consustancial a la condición humana.
Engels también estaba
convencido de que las capacidades y necesidades de los individuos son lo
esencial. La explotación en el trabajo era el caballo de batalla de Marx y era la fuente de la mayor parte de los
males del capitalismo en el que vivió, pensó y escribió.
Realizó numerosos
análisis científicos y también reflexiones y comentarios sobre el sistema capitalista. El ser humano no debe
acabar convirtiéndose en una forma de mercancía más. La plusvalía que va a parar
a las haciendas de los grandes burgueses, que se aprovechan de las jornadas
laborales de más de doce horas, es algo que no puede ser tolerado.
Por tanto, para Marx
es evidente que la solución pasa por el profundo cambio de la estructura económica
del sistema capitalista. Las contradicciones internas del capitalismo ya fueron
analizadas en los libros escritos por este filósofo alemán y han dejado una profunda huella en la
filosofía política y en el derecho.
En relación con esto,
escribe Karl Marx: «El reconocimiento de los derechos del
hombre por el Estado moderno tiene la misma significación que el reconocimiento de la esclavitud por el
Estado de la Antigüedad». La esclavitud en la antigua Grecia y Roma era
algo irracional y que negaba el valor
humano de numerosos seres humanos que no eran dueños de sus propias vidas
y carecían de libertad.Era precisa la superación de las
formas de alienación, porque la naturaleza humana no debe soportar la enajenación.
Es cierto que se ha
discutido mucho acerca de lo que representa para el pensador germano el
naturalismo realizado o humanismo, pero en un sentido fundamental está claro
que afirma la superación de cualquier tipo de idealismo o espiritualismo.
No está de acuerdo con
el idealismo absoluto de Hegel que establece la prioridad del pensamiento sobre
el ser. Al contrario, para Marx la materia determina el pensamiento o,
expresado de modo más claro, las ideas están influidas por las condiciones
materiales de la vida.
Al respecto, escribe
el filósofo alemán que «No es la conciencia de los hombres la
que determina su ser, sino su ser social
el que determina su conciencia». Algo que también fue remarcado por
el materialismo cultural del gran antropólogo Marvin Harris en el siglo XX.
El carácter dialéctico
e histórico de la sociedad y realidad humana son planteados con toda claridad.
El mismo Max no se consideraba marxista.
Marx es considerado
como uno de los teóricos de la filosofía de la
sospecha y es cierto, porque los
sujetos están más o menos mediatizados por los intereses del grupo social del
que forman parte o, al menos, él piensa que ser objetivo es muy difícil. Por
supuesto, en pleno siglo XXI esto se ha complejizado mucho y puede ser objeto
de numerosas discusiones, críticas y argumentaciones.
El materialismo
histórico afirma que la infraestructura de la base material de la sociedad
determina, sin ninguna duda, la estructura social, el desarrollo y el cambio
social. Incluye también las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
Con el materialismo
dialéctico el marxismo está afirmando
que la realidad se desarrolla o modifica siguiendo las leyes de la dialéctica que son la ley del tránsito de la cantidad a
la cualidad, la ley de la unidad y lucha de los contrarios y la ley de la
negación de la negación.
Actualmente, se puede
decir que los análisis marxistas están superados por la globalización del
capitalismo y por las formas de vida de la era digital en la que estamos. Pero
no cabe duda de que, en su momento, el socialismo científico contribuyó a crear
paulatinamente una sociedad más humana y
solidaria.
También a lo largo de
la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX se han logrado muchos
avances en el ámbito de los derechos laborales y sociales. Y la tarea es larga, como también ponen de manifiesto Habermas y
otros.
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