En el libro Un fin del
mundo el catedrático emérito de Filosofía del Derecho Juan Ramón Capella
escribe acerca de los posibles cambios realizables en la Constitución. Son como
él mismo indica notas en rojo sobre la reforma constitucional.
En muchas de las
consideraciones que realiza estoy de acuerdo con lo que explica. En otras
cuestiones no. Es cierto, por ejemplo, que Cataluña nunca ha sido una colonia y
no le es aplicable, de un modo racional, el derecho de autodeterminación como
quieren los independentistas.
En relación con la
división en dos naciones están los independistas y los que no lo son o lo que es lo mismo los españolistas y los
que niegan que Cataluña sea territorio español.
La denominada libre
determinación consensuada que propone para Cataluña el profesor Capella pone como condición inexcusable que la
mayoría de los ciudadanos españoles estén de acuerdo con que el territorio
catalán opere como una especie de estado federal asociado al Estado español.
Sería algo parecido a una confederación de dos Estados. Si bien esto tendría
que ser aprobado con una participación del 80% del censo electoral y con un 55%
de mayoría cualificada. Son condiciones que, a mi juicio, deben ser
modificadas. Desde mi planteamiento pondría un 60% de participación electoral
como mínimo y un 60% de mayoría.
De todas maneras,
desde un perspectiva especulativa puede parecer una solución al conflicto
catalán, pero visto el enconamiento del problema estoy convencido que no sería
la solución.
En lo que estoy más de
acuerdo con Capella es en que la Constitución puede cambiarse o modificarse
especialmente en relación con la cuestión del sistema de representación
electoral y también en otros aspectos esenciales.
Evidentemente, los
poderes económicos y sociales están bajo las condiciones que marcan las leyes y
los poderes del Estado y esto no se suele notar en la práctica política, algo
en lo que también insiste el mismo Capella. Respecto a la policía judicial será
muy útil de cara a la ciudadanía, sin perjuicio de la gran labor de los cuerpos
policiales que dependen directamente del Ministerio del Interior.
En relación con el
cambio climático es verdad que nos estamos adentrando en la barbarie. Ya que
Capella indica que los derechos sociales no son algo meramente abstracto ya que
tienen que materializarse en la vida real de todos los ciudadanos españoles
puesto que también son: «deberes de cumplimiento de los
derechos ecológicos y sociales que la constitución promete».
La elaboración de la
Constitución española estuvo influenciada por el texto o el articulado de la
alemana. De todos modos, la cuestión que requiere un cambio, lo más pronto
posible, es el sistema electoral. Conformar un Colegio Estatal de Restos como
indica Capella y que el número de escaños sea rigurosamente proporcional a la
población y no como sucede actualmente.
No cabe duda de que las
pensiones tienen que ser suficientes para poder
vivir dignamente y con las necesidades básicas garantizadas. El punto
clave es la redistribución de las rentas. Y la solución es poner impuestos a la
actividad económica, a las rentas altas y a las grandes y medianas empresas. Y
también gravar con impuestos a los robots y a las máquinas cibernéticas que
producen valor o riqueza. Esto ya lo afirman profesores universitarios de
Economía y expertos en Inteligencia Artificial y también el profesor Capella.
Incluso la
externalización del trabajo bancario o, lo que es lo mismo, que los propios
clientes tengan que realizar sus operaciones bancarias exclusivamente a través
de Internet o de los cajeros es algo que
debe ser compensado, con tasas o impuestos a las transacciones
financieras, para que reviertan en favor de los clientes de los bancos que son ciudadanos.
Y los impuestos deben
ser confiscatorios para determinados niveles de renta altos o muy altos. De un
60% aproximadamente para las grandes fortunas, porque la riqueza de un país es
el resultado del trabajo de todos. Y el capitalismo neoliberal no lo tiene en
cuenta.
Porque lo que no debe
ser es que los ciudadanos tengan que vivir sacrificándose para el mantenimiento
de un sistema capitalista o financiero que extrae excesivos beneficios a costa
de los trabajadores o, lo que es lo mismo, de los ciudadanos. El libro de
Capella trata otras muchas e importantes cuestiones a lo largo de sus páginas,
pero me he centrado en el comentario de lo que me ha parecido más urgente.
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