La Estética fue uno de
los campos de la Filosofía que interesó especialmente al gran filósofo
Hegel. En el libro Introducción a la
Estética el pensador alemán se ocupa de analizar los principios del arte y de
la finalidad del mismo.
A lo largo del tratado
Hegel muestra como siempre su gran precisión conceptual y judicativa. Sus
juicios son extraordinariamente agudos y establece distinciones muy acertadas
sobre la naturaleza del arte y de la actividad artística.
Escribe que «lo bello artístico es engendrado únicamente por el espíritu y
sólo como producto del espíritu es superior a la Naturaleza». Porque la verdad de
las ideas es superior a lo natural, según Hegel. Podría decirse que la belleza
natural no es la misma que la creada por los artistas.
Ya en su juventud el
filósofo germano muestra una mayor estimación de la belleza creada humanamente
respecto a la propia de la grandiosidad de las montañas. De todas formas, Hegel
da mucha significación a lo bello en la realidad de la vida y el pensamiento puede ser aplicado a la
comprensión de la belleza en todas sus manifestaciones.
Se puede reflexionar
sobre el arte y a ello se dedica Hegel en el primer tercio del siglo XIX. Sus
Lecciones de Estética en la Universidad de Berlín que suman 883 páginas
son una magnífica demostración de su pasión por lo artístico.
En relación con la
cuestión de las apariencias que conforman lo que se entiende como la expresión
del arte, en realidad, son las
representaciones de la actividad de los artistas y que son sensibles, sin duda, ya que no pueden poseer
una naturaleza suprasensible o inmaterial.
Se entiende
perfectamente que Hegel escriba: «Pero, en el fondo, ¿Qué es la
apariencia?, ¿Cuáles son sus relaciones con la esencia? No olvidemos que toda
esencia, toda verdad, para no quedarse en abstracción pura, debe aparecer». En sus reflexiones sobre las producciones o creaciones
artísticas parte de la independencia de pensamiento y de la rigurosidad en sus
reflexiones como hizo a lo largo de toda su trayectoria filosófica.
Desde el idealismo
absoluto de Hegel el fin del arte o su destino está en armonía con el propio de
la filosofía y de la religión o se puede decir también que es común con ambas.
Existe también una cierta similitud entre el espíritu y el arte ya que buscan
lo divino y expresan la razón o lo ideal
y espiritual.
Su amigo el filósofo
Schelling también escribió una Filosofía del arte a principios del siglo XIX
que causó una indudable repercusión en el ambiente filosófico alemán de su
tiempo. Escribe Schelling que «Se considera grosero e inculto a
aquel que no se deja en absoluto influir por el arte y que quiere experimentar
sus efectos». Una existencia sin
el disfrute apasionado de las creaciones artísticas es una vida que pierde
intensidad.
Y los efectos del arte
son más importantes que la simple apreciación o la profunda valoración del
mismo, al menos, para muchos. Si bien esto no es lo mejor. Ya que como también
dice el filósofo idealista Schelling «Los que sienten su debilidad en la apreciación prefieren suspender su
juicio antes que mostrar sus fallos, a pesar de que el efecto que tenga una
obra de arte sobre ellos quizá sea muy decisivo y de que la opinión que
pudieran tener sobre ella sea original».
Tanto Hegel como
Schelling consideran necesaria una visión científica del arte. Y, por supuesto,
es fundamental saber de lo que se está hablando al pronunciar o escribir la
palabra verdad o belleza. A lo largo de la Historia de la Estética se han
producido infinidad de discusiones teóricas sobre lo bello o lo hermoso y sobre
la armonía y lo sublime.
Schelling de una forma
parecida a Hegel está en contra de la subordinación del arte a la frivolidad y
al cultivo exclusivo de la excitación de los sentidos en la apreciación de los
fenómenos artísticos. Es posible, por tanto, una verdadera ciencia del arte,
según Schelling.
La actividad estética
es la producción de lo artificial que es bello. Y la creación del artista es
una transformación libre que, a veces, proporciona resultados inesperados. Y si
bien es cierto que los objetos artísticos se producen en un tiempo finito y
existen en la finitud desde el idealismo perviven en la armonía del todo o del
mundo en la eternidad.
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