Existe una filosofía
aplicada a la empresa. Pues en el mundo laboral la actitud filosófica es muy útil
por muchas razones. Los objetivos en los proyectos empresariales se pueden
analizar y establecer con una perspectiva analítica que aclara y precisa
cuestiones clave imprescindibles para el logro de los resultados pensados o
previstos.
Las preguntas
radicales propias de la filosofía o metafísica abren nuevas posibilidades en muchas actividades profesionales. Además,
la lógica y la gnoseología o teoría del conocimiento aportan procedimientos y
criterios para el diseño racional de, por ejemplo, la organización de las
empresas.
El estudio y los
análisis que dirigen la innovación en el ámbito laboral y empresarial pueden
estar apoyados por la capacidad de
comprensión que aporta la antropología filosófica en relación con estas
cuestiones.
Respecto a la
comunicación es evidente que es primordial en cualquier trabajo. La retórica y la argumentación proporcionan
el rigor intelectual necesario para saber convencer o persuadir y también para
informar y comunicar de modo efectivo.
Si a todo esto se une
la denominada ética empresarial parece que se están dando las condiciones para
unas nuevas maneras de realizar los trabajos.
Se puede decir que la
responsabilidad y la capacidad de crear e inventar deben formar parte del
bagaje de cualquier empresario o emprendedor. Esto mismo puede aplicarse a toda
actividad.
La moral empresarial
impulsa lo bueno y no se dedica exclusivamente a evitar o luchar contra lo malo
o negativo. En cambio las leyes, como también afirma Fernando Savater, se
ocupan de cosas negativas y son reactivas.
Cada vez son más
demandados los filósofos para ocupaciones que requieren una gran capacidad de
reflexión y análisis. La actitud investigadora también es propia del ejercicio
de la filosofía. La creación de sistemas es otra de las grandes habilidades de
los pensadores.
El ejercicio de un
pensamiento profundo, riguroso y argumentado
cada vez es más necesario y solicitado en numerosos ámbitos laborales.
Frente al pensamiento superficial carente de profundidad y de amplitud, lo
novedoso es precisamente la puesta en acción de nuevas ideas que den
origen a grandes resultados o que, al menos, marquen un punto de inflexión
en relación con los objetivos o fines
establecidos.
La asunción de riesgos
controlados es importante para avanzar en cualquier campo del trabajo y de la vida.
Un cierto nivel de ambición también forma parte de la búsqueda de una mejora de
los resultados alcanzables en cualquier clase de ocupación. Si no se crece se
sigue en una especie de estancamiento.
Estamos en un mundo
digital que está cambiando a una velocidad de vértigo. Esto requiere un
aprendizaje continuo y constante a lo largo de toda la existencia.
Frente al conformismo,
la rutina y la mediocridad está claro que la búsqueda de la excelencia es lo
que debe motivar los esfuerzos de las personas, desde mi planteamiento. La
calidad y cantidad de lo que se hace son, realmente, las cuestiones principales a
tener en cuenta en el campo de la creación artística y, de modo general, en el
trabajo.
Algo muy importante y
que no se considera suficientemente es que los grandes logros requieren
extraordinarios esfuerzos sostenidos en el tiempo. Por tanto, el valor ético de
la perseverancia es crucial para la consecución de grandes resultados. Y esto
parece que no está presente en la mentalidad general de la sociedad, al menos,
en una considerable parte de la misma.
La genialidad es el
resultado del esfuerzo y el talento también puede ser ampliado o incrementado
con una dedicación apasionada a lo que se quiere realizar.
El gran reto para el
presente y el futuro es que la distinción entre trabajo y ocio se vaya
diluyendo hasta cierto punto. Eso indicaría que cada persona está trabajando en
lo que realmente le gusta y apasiona.
Vivimos en la sociedad
de la diversión y del consumismo y esto condiciona y limita la vida humana,
porque establece una división radical y excesiva entre dos mundos cada vez más
contrapuestos: el del ocio y el del negocio o trabajo. Y esto favorece que la distancia
entre estos dos ámbitos sea cada vez mayor.
Es como si las
conductas tuvieran que ser absolutamente opuestas en el ocio y en la actividad laboral. Cada vez la
existencia se está volviendo más banal y superficial, de forma general, y esto
va en detrimento de una realidad más armónica, agradable y satisfactoria para
todos.
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