En el libro de Richard
Rorty titulado ¿Esperanza o conocimiento? se plantean numerosas cuestiones
sobre el pragmatismo filosófico.
Es cierto que en el
lenguaje cotidiano se puede pensar que el pragmatismo es, en realidad,
expresión de realismo, aunque ambas corrientes filosóficas sean diferenciables
claramente.
La búsqueda de la
eficacia o del interés es algo positivo en sí mismo y desde la perspectiva
pragmatista es lo fundamental. Parece que se relativiza el valor de la verdad o
de una moral universalista si se sigue la senda del pragmatismo. Esto lo señala
Rorty y está de acuerdo con ello. Escribe Rorty que es necesario «crear nuevos modos de
ser y una nueva tierra para que la
habiten sus nuevos humanos».
Parece que ya desde el siglo XX y también actualmente en el XXI el
cambio civilizatorio, social y cultural es tan acelerado que están surgiendo
nuevas maneras de entender la realidad y el mundo.
El valor del contexto
social y de las diversas mentalidades existentes parece que están condicionando
o determinando los valores en los que se mueve la gente. El pasado, tal vez,
está perdiendo prestigio y solidez en relación con las nuevas generaciones o
con una parte de las mismas para ser más exacto.
La cuestión de la
verdad en el conocimiento cada vez es puesta más en cuestión, ya que se piensa
en el contexto de justificación social de cara a su interpretación y validación
general. Se comprende que Rorty escriba que «Algunos, como Peirce, James y Putnam han dicho que podemos retener un sentido absoluto de
“verdadero” identificándolo con la “justificación en la situación ideal”.
También se puede
pensar que la asertibilidad garantizada que propone Dewey es el fundamento de
lo que se entiende por verdad desde el campo de la filosofía, al menos tal como
lo considera este filósofo norteamericano.
Pensar que como
sostiene Rorty que la verdad depende del proceso de justificación de las creencias
ante una audiencia es muy peligroso. Porque la razón en sí y las verdades
objetivables no pueden depender de los intereses o de los estilos vitales de
las personas.
Lo que sí es
beneficioso es la contrastación y discusión acerca de creencias e ideas, pero
con argumentaciones sólidas. No cabe duda de que la intersubjetividad y la
fuerza de las normas sociales influye en los sujetos, pero la lógica y la
argumentación coherente son primordiales y no se deben obviar.
Por ejemplo, el mismo
Richard Rorty piensa que tiene sentido esperar que se forme una comunidad
mundial en el siglo XXII. Lo que parece imposible para muchos pensadores, pero,
en realidad, lo ignoramos. El futuro es impredecible, ya que intervienen
infinidad de variables que no podemos conocer en su totalidad.
Nosotros aunque
descendemos de los reptiles vivimos con mucha mayor libertad y variedad, algo
reconocido por el mismo Darwin. Rorty considera que «Los pragmatistas pensamos que el progreso
moral es como coser una manta elaborada y polícroma, más que tener una visión
más clara de algo verdadero y profundo». Discrepo, porque no es incompatible lo
verdadero con unas actitudes éticas racionales pero hasta cierto punto
flexibles en función de las circunstancias vitales y sociales existentes.
La ética es propia de la razón o de la racionalidad
como pensaba Kant. Entiendo que para los pragmatistas sea más concorde con sus
planteamientos el emotivismo moral de Hume que el rigorismo formal de la moral
kantiana. El sentimiento es más flexible que el deber por el deber, y encaja
mejor con el utilitarismo del filósofo escocés.
Una ética o filosofía
del sentido común no puede dejar de lado la razón para la realización de los
deseos de los hombres a costa de cualquier cosa. Es preciso un cierto nivel de
prudencia para buscar la felicidad y el bienestar tanto individual como social.
Los valores éticos son
un claro ejemplo de que la solidaridad, la justicia, la bondad, la empatía y la
compasión no son la expresión de un pragmatismo individual, pero son
absolutamente imprescindibles en el mundo en el que vivimos asolado por grandes
injusticias de todo tipo.
La violencia, la
agresividad y los odios son la manifestación de la intolerancia que, por
desgracia, está presente en bastantes países del mundo. Las éticas
universalistas basadas en la razón son un dique de contención contra el
fanatismo y la injusticia en nuestro planeta y esto no debe ser olvidado nunca
por nadie.
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