La dignidad es el
respeto y estima que toda persona por el hecho de estar viva se merece. Todos
los individuos son valiosos. Y si sienten su valor eso produce una sensación de
plenitud y satisfacción que refuerza positivamente la personalidad.
Es verdad que se
pueden diferenciar varios tipos de dignidad. La ontológica o humana es la
característica de todos los seres humanos por el simple hecho de serlo, sin
más. La dignidad moral se expresa o manifiesta en las conductas o
comportamientos de los sujetos en la sociedad en la que viven. La dignidad real
es la que se recibe por parte de otros y que es exigible, porque forma parte de
los derechos básicos de las personas. Por eso la pena de muerte no es admitida
por la ONU y tampoco los tratos vejatorios o las torturas.
Todos merecemos respeto sin importar cómo somos. Y
esto es algo que en la realidad social no siempre se cumple. En esto se
fundamenta la dignidad personal.
Es cierto que existen
más interpretaciones de lo que es la dignidad, pero, a mi juicio, se desvían
hasta cierto punto del enfoque de los derechos humanos tal como se entienden y
aplican actualmente.
Para Aristóteles, por
ejemplo, y cito sus palabras: «La dignidad no consiste en tener
honores, sino en merecerlos». Es un planteamiento diferente de lo
que se puede entender por dignidad en el mundo griego antiguo. No hay que
olvidar que el estagirita consideraba como algo natural la existencia de
esclavos. En este sentido, cabe decir que estaba influido por la mentalidad de
la época en la que vivió y desarrolló su filosofía y sus investigaciones sobre
la naturaleza y los animales.
Tanto en la Antigüedad
como en la Edad Media y el Renacimiento el valor del individuo derivaba, en
gran medida, de su filiación, origen y posición social. Esto, obviamente, era
totalmente injusto y discriminatorio, pero era lo que sucedía. Lo que no puede
ser es que la dignidad se fundamente en la condición social y no en la
condición humana.
Es preciso decir que
la dignidad de cada persona está reconocida además de por la ética también por
las leyes de una forma positiva. El
derecho al honor y a la buena imagen que está presente en la Constitución
española marca un nivel de respeto a cada sujeto que es, a la vez, uno de los
principios fundamentales de los derechos individuales.
Ortega y Gasset
pensaba que los valores éticos son objetivos y universales. Y se puede afirmar
que es cierto. La justicia es un valor ético que debe ser aplicada con
imparcialidad a cualquier persona. La igualdad, la solidaridad, la compasión y
la libertad son otros valores que están entretejidos con la dignidad humana,
sin ninguna duda.
De lo que se trata es
de responder a los retos del presente
tomando como uno de los puntos de referencia a la dignidad. Porque, si se
respetan y se cumplen los derechos humanos se está poniendo en valor lo que
representa la dignidad de todo ser humano, con todas las consecuencias que esto
implica.
El pacifismo, la
igualdad de género y la justicia social son actitudes positivas y valores que
promueven un mundo mejor y realmente humano. Son la barrera contra las
discriminaciones, la violencia, las guerras, el hambre y otras situaciones que
perjudican gravemente a las personas en amplias partes del planeta.
La libertad de
expresión, por ejemplo, tiene como límite el respeto debido a los demás o, lo
que es lo mismo, la dignidad de los otros, dicho de otra forma. Se puede
discrepar pero siempre desde una actitud respetuosa. Por otra parte, las leyes,
en realidad, son la expresión de estos valores de tolerancia y de justicia y
también amparan y protegen el ejercicio de los derechos de los sujetos, porque
la libertad no puede ser negada a los ciudadanos.
En un mundo cada vez
más controlado por la tecnología digital parece que las libertades individuales
están en retroceso, pero la protección de los datos personales y privados está
ganando terreno afortunadamente.
La privacidad es
fundamental y debe ser protegida. Tiene un gran valor para cualquier individuo y se entienden perfectamente las razones.
En el fondo, la
dignidad está potenciando la felicidad humana, ya que hace posible una
existencia más intensa, satisfactoria y profunda y enriquece positivamente la
experiencia humana y la vida personal.
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