Aunque el origen de la
filosofía está en Grecia y su ámbito de influencia, no cabe duda que el
conocimiento de la ciencia babilónica fue importante en el surgimiento de la
matemática y la astronomía helénica.
Tales de Mileto, como
también dice Carl Sagan, trajo de Babilonia las semillas de la ciencia, porque
conocía de primera mano la astronomía y la matemática de los babilonios.
También es cierto que
el cultivo de la astrología y la elaboración del zodíaco en Babilonia mostraban que la superstición y los planteamientos
espiritualistas todavía impregnaban una parte del ambiente social hace más de
25 siglos.
De todas maneras,
haciendo abstracción de los mitos y costumbres de la cultura babilónica, lo que
es indudable es que alcanzaron grandes logros tanto en medicina como en
astronomía y matemáticas.
Sabían utilizar
plantas medicinales para la curación o tratamiento de diversas enfermedades.
Conocían el uso curativo de la miel para algunas afecciones. Los médicos
babilonios fueron capaces de realizar operaciones quirúrgicas y también de la
elaboración de pronósticos acertados. Y recoger estos conocimientos de modo
escrito.
Sabían también que
había formas de protegerse de los contagios de enfermedades. Y, por supuesto,
también procuraban lavarse con frecuencia las manos por cuestiones de higiene.
Los babilonios crearon
el primer código legal de la historia. El código de Hammurabi aunque pueda parecernos excesivo fue un hito
histórico, ya que marcó una senda para regular las conductas desde los límites
establecidos por las normas o leyes.
La creación de cultos
religiosos también forma parte de esta cultura antigua. Marduk y otras
entidades dieron una explicación mitológica y sobrenatural al origen de todo.
El uso del regadío para
la agricultura fue otro de los grandes avances de los babilonios. Observaron
las constelaciones. Pensaron que la órbita de la tierra era elíptica.
Calcularon la velocidad de los astros
utilizando figuras geométricas.
Si a esto se añade la
invención de la rueda en Sumeria y su utilización generalizada se observa que
realizaron numerosas contribuciones a la ciencia y a la filosofía de su época.
En la arquitectura los
babilonios destacaron con la construcción de zigurats y de palacios y otras
construcciones. La famosa Puerta de Istar es un ejemplo muy bello de su arte
constructivo. Otro ejemplo de esto que digo son los ladrillos vitrificados de
Babilonia. Y también los leones representados que son magníficas obras de arte.
Si a esto se añade que
utilizaban el sistema sexagesimal en vez del decimal se comprende que supieran
entender lo relativo a los 360 grados de la circunferencia y otras cuestiones
relacionadas. Además, eran capaces de calcular y predecir los eclipses. Y
situaban el sol en el centro de la galaxia, lo que era novedoso en su tiempo.
Si bien en la
explicación del origen de la Tierra o
del mundo los babilonios estaban
inmersos todavía en explicaciones míticas o religiosas. Por ejemplo, según
ellos, el dios Marduk había extendido una especie de alfombra sobre las aguas
amontonando tierra después.
En cambio, según Tales
de Mileto, el primer filósofo y hombre de ciencia conocido en la filosofía
occidental, esto no era así, ya que pensaba que era un proceso similar al de la
sedimentación en el delta del Nilo que
había observado y analizado en su viaje a Egipto.
El enfoque de Tales es
claro y rotundo: el mundo no está hecho por los dioses. Es el paso del mito al
logos o a la racionalidad. Todo es explicable por razones, causas y por medio
de la observación y experimentación.
Es el surgimiento real
y efectivo de la ciencia y la filosofía. Las explicaciones religiosas o
espiritualistas pueden ser muy bellas, pero no responden a la realidad
auténtica de las cosas o de la naturaleza.
También es cierto que
durante varios siglos el tránsito de lo mítico a lo racional fue progresivo,
pero la nueva actitud ya fue imparable. En aquellos tiempos hace unos 2.500
años comenzó el avance de la ciencia y la consolidación de la filosofía unida a
las ciencias.
No en vano Pitágoras
estaba convencido de que el primer principio de todo era lo numérico. Y la
matemática era la reina de las ciencias por su precisión, exactitud, orden y
rigor deductivo. Platón también consideró que nadie debía entrar en su Academia
que no supiera matemáticas o geometría, como una condición fundamental para
dirigir correctamente los pensamientos, la investigación y la ciencia.
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