El laberinto político
en el que está la política británica está perjudicando a todo el continente. Lo
que no es admisible, a mi juicio, es que la Unión Europea tenga que estar
soportando las continuas polémicas y cambios de rumbo del Parlamento inglés o de
las fuerzas políticas que lo integran. Para llegar a este nivel de caos y
contradicciones continuas era mejor que el Reino Unido se quedara en la Unión
Europea. Lo que es insostenible para los demás países europeos es tener que
soportar durante meses o años las constantes exigencias de renegociación de los
laboristas y de los conservadores o de sus líderes.
Que el Parlamento
británico haya bloqueado los planes del Brexit duro o extremo del Primer
Ministro Boris Johnson me parece que es muy negativo, al igual que impedir la
convocatoria de elecciones generales anticipadas para el 15 de octubre. En lo
referido a la suspensión parlamentaria establecida por Johnson un tribunal
escocés desestimó esta semana su anulación por ser antidemocrática. Y otras instancias
judiciales supongo que con criterios parecidos reconocerán que la suspensión
temporal del Parlamento está dentro de los parámetros democráticos.
En mi opinión, la
política inglesa está llegando a niveles
kafkianos. Es como si fueran el ombligo del mundo y los demás países
europeos o la Unión Europea tuviera la obligación de aceptar, de modo
incondicional, las exigencias británicas. No se puede estar renegociando
eternamente. A pesar de que las
instituciones comunitarias ya han dicho por activa y pasiva que no se va a
cambiar nada de lo ya acordado, los máximos representantes de la política
británica siguen insistiendo en unas propuestas que son absolutamente
inadmisibles. Porque, si se aceptaran
eso supondría, entre otras cosas, que un país puede salir de la Unión Europea
imponiendo sus propias condiciones al resto de países comunitarios.
En Bruselas ya se ha
dicho públicamente que la Unión Europea podrá liberar fondos si hay un Brexit
duro. En cualquier caso, si estamos en un periodo de recesión económica en el
continente europeo, como dicen algunos expertos, me parece bien que se tomen este tipo de
medidas de ajuste y de reforzamiento económico.
Al final, tal vez, lo
mejor para el Reino Unido sea dar marcha atrás y que se celebre un nuevo referéndum
para volver a la Unión Europea. Porque está claro que no pueden imponer sus
condiciones a base de insistencia y de
bloqueos continuos sin aparente fin previsible. Porque han entrado en un bucle
del que no se ve solución.
Es como si los
partidos políticos británicos pretendieran que después de tantos intentos de
renegociación las instituciones comunitarias tuvieran que aceptar la necesidad
de rendirse a la tenacidad de los políticos ingleses y aceptar sus
planteamientos. Si así fuera, Europa habría cedido en sus razones y derechos al
poder de la política inglesa. Y esto crearía un precedente muy peligroso y que
afectaría, muy probablemente, a la estabilidad económica y política europea.
Esperemos que esta
situación llegue pronto a su fin y el Reino Unido salga de una vez con las
condiciones que ya están establecidas por Europa. Esto supondría que Gran
Bretaña tendría tiempo para readaptarse con la ayuda de la Mancomunidad
Británica de Naciones que, según algunos, sería un mercado que daría solución a
los supuestos problemas económicos y políticos que podrían producirse.
Lo que pone de
manifiesto el Brexit es que la política no se puede parecer a un folletón por
capítulos o entregas como si estuviéramos en el siglo XIX. Y el Parlamento
británico tiene que desprenderse de actitudes que serían las propias del
Imperio Británico, pero que actualmente no tienen sentido. El respeto a las
instituciones comunitarias y a las normas del derecho y a lo acordado debe ser
lo que debe guiar las decisiones políticas de
los británicos. La libertad política no permite tomar cualquier
decisión.
Me parece que en el
Reino Unido también una mitad de la ciudadanía, aproximadamente, no confía en
la fortaleza económica y política de Europa. Además, es racional pensar que una
vez que salga el Reino Unido de la Unión se tomarán medidas que compensen los
posibles problemas y desajustes. No hace falta poner la venda sin la herida. El
excesivo temor a las posibles consecuencias negativas del Brexit está
impidiendo, de momento, el avance de Europa y
puede perjudicar a todos los ciudadanos europeos y esto es injusto e
incoherente.
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