El artículo anónimo de
tal vez un alto cargo de la Casa Blanca contra Trump ha desatado las
hostilidades. En realidad, son afirmaciones y explicaciones que pueden ser
reales y discutidas, aunque las actitudes del
presidente norteamericano en el tiempo que lleva ejerciendo su labor de
gobierno no contradicen lo que se
expresa en el citado escrito.
Que el mandatario
máximo de Estados Unidos sea en palabras del autor: «impetuoso, conflictivo, poco serio e incompetente» son acusaciones muy serias, pero que ponen de manifiesto que
desde la élite política republicana ya existe una cierta desafección, rechazo y
disgusto con las maneras políticas de Trump y con su forma de actuar y tomar
decisiones. Por si no fuera suficiente también está el libro titulado Miedo.
Trump en la Casa Blanca de 448 páginas escrito por el famoso periodista Bob
Woodward que junto con otro periodista del
Washington Post destapó el caso Watergate que llevó a la dimisión de
Nixon.
Que Donald Trump haya
dicho que «No quiero ni usar la palabra, pero poder real es el miedo» ya deja muy claro cuáles son sus intenciones, salvo que haya
sido una frase desafortunada de la que se arrepiente.
A todo esto se añade
la campaña conjunta de más de 350 medios estadounidenses a través de un
artículo que lleva por título La prensa libre te necesita. Dice que no somos el
enemigo, ya que Trump suele atacar a la prensa escrita. No es verdad que los
medios de comunicación sean el enemigo del pueblo.
Es lógico que el The
New York Times afirme que «Insistir con que la verdad que a
usted no le gusta es información falsa es peligroso para la vida de la
democracia» muestra una arrogancia y una falta de respeto a la ética
cívica que es preocupante.
Trump puede estar en
desacuerdo con los enfoques de los periodistas o de los medios, pero tiene que
respetar la libertad de expresión y de pensamiento. Presidentes como Obama o
Clinton respetaban opiniones y planteamientos opuestos a los suyos y se
mostraban comedidos y prudentes en sus
declaraciones públicas, lo que no significa que no argumentaran con rigor y
profundidad sus ideas.
Que casi un tercio de
los estadounidenses esté de acuerdo con la frase de que los medios son el
enemigo del pueblo es increíble y pone de manifiesto actitudes radicales y
fanáticas, a mi juicio, o, al menos, son la expresión de una falta de
razonamiento y argumentación, así como de una insuficiente capacidad reflexiva
y crítica en esta parte de la ciudadanía. O es lo que parece, como mínimo.
Quizás fuese bueno que
en el sistema educativo norteamericano se impulsara más la formación en
filosofía y valores éticos para que se fuera más tolerante con los medios y con
las opiniones.
La ética dialógica de
Habermas tal vez debería ser puesta en práctica en las instituciones educativas
medias de Estados Unidos o sino los procedimientos discursivos fundamentados en
razones y consecuencias. La intransigencia y la intolerancia no pueden ser los árbitros en política ni en cuestiones
sociales. Y es lo que está ocurriendo con Trump. Son necesarias actitudes más
refinadas y flexibles y esto es algo que ya está siendo demandado por una parte
de los políticos republicanos.
Las conductas
políticas autoritarias no son la solución a los problemas políticos, económicos
y sociales del mundo. Y cualquier líder político o gobernante debe entenderlo.
De lo contrario se está en el camino equivocado desde una perspectiva política
inteligente y realista.
Los políticos
estadounidenses y la prensa de este gran país que es Estados Unidos deben
servir a todos y los principios democráticos tienen que estar por encima de la
obsesión por la seguridad.
En países como España
se busca la seguridad ciudadana y el bienestar de los ciudadanos sin medidas draconianas y sin restricción de los Derechos Humanos.
Por ejemplo, es
inadmisible que en determinados Estados de Norteamérica se aplique la pena de
muerte. Es claramente inhumano y viola los Derechos Humanos. El respeto a los
derechos individuales me parece que deja bastante que desear en ciertas
situaciones como es en el caso de los inmigrantes, de las minorías y de la
población de color. La política de querer construir un muro en México es
injusto y atenta contra los derechos de las personas. Debe haber respeto a los
derechos de todos.
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