lunes, 10 de septiembre de 2018

TRUMP Y LA PRENSA



El artículo anónimo de tal vez un alto cargo de la Casa Blanca contra Trump ha desatado las hostilidades. En realidad, son afirmaciones y explicaciones que pueden ser reales y   discutidas, aunque las actitudes del presidente norteamericano en el tiempo que lleva ejerciendo su labor de gobierno  no contradicen lo que se expresa en el citado escrito. 
Que el mandatario máximo de Estados Unidos sea en palabras del autor: «impetuoso, conflictivo, poco serio e incompetente» son acusaciones muy serias, pero que ponen de manifiesto que desde la élite política republicana ya existe una cierta desafección, rechazo y disgusto con las maneras políticas de Trump y con su forma de actuar y tomar decisiones. Por si no fuera suficiente también está el libro titulado Miedo. Trump en la Casa Blanca de 448 páginas escrito por el famoso periodista Bob Woodward que junto con otro periodista del  Washington Post destapó el caso Watergate que llevó a la dimisión de Nixon.
Que Donald Trump haya dicho que «No quiero ni usar la palabra, pero poder real es el miedo» ya deja muy claro cuáles son sus intenciones, salvo que haya sido una frase desafortunada de la que se arrepiente.
A todo esto se añade la campaña conjunta de más de 350 medios estadounidenses a través de un artículo que lleva por título La prensa libre te necesita. Dice que no somos el enemigo, ya que Trump suele atacar a la prensa escrita. No es verdad que los medios de comunicación sean el enemigo del pueblo.
Es lógico que el The New York Times afirme que «Insistir con que la verdad que a usted no le gusta es información falsa es peligroso para la vida de la democracia» muestra una arrogancia y una falta de respeto a la ética cívica que es preocupante.
Trump puede estar en desacuerdo con los enfoques de los periodistas o de los medios, pero tiene que respetar la libertad de expresión y de pensamiento. Presidentes como Obama o Clinton respetaban opiniones y planteamientos opuestos a los suyos y se mostraban comedidos  y prudentes en sus declaraciones públicas, lo que no significa que no argumentaran con rigor y profundidad sus ideas.
Que casi un tercio de los estadounidenses esté de acuerdo con la frase de que los medios son el enemigo del pueblo es increíble y pone de manifiesto actitudes radicales y fanáticas, a mi juicio, o, al menos, son la expresión de una falta de razonamiento y argumentación, así como de una insuficiente capacidad reflexiva y crítica en esta parte de la ciudadanía. O es lo que parece, como mínimo.
Quizás fuese bueno que en el sistema educativo norteamericano se impulsara más la formación en filosofía y valores éticos para que se fuera más tolerante con los medios y con las opiniones.
La ética dialógica de Habermas tal vez debería ser puesta en práctica en las instituciones educativas medias de Estados Unidos o sino los procedimientos discursivos fundamentados en razones y consecuencias. La intransigencia y la intolerancia no pueden ser  los árbitros en política ni en cuestiones sociales. Y es lo que está ocurriendo con Trump. Son necesarias actitudes más refinadas y flexibles y esto es algo que ya está siendo demandado por una parte de los políticos republicanos.
Las conductas políticas autoritarias no son la solución a los problemas políticos, económicos y sociales del mundo. Y cualquier líder político o gobernante debe entenderlo. De lo contrario se está en el camino equivocado desde una perspectiva política inteligente y realista.
Los políticos estadounidenses y la prensa de este gran país que es Estados Unidos deben servir a todos y los principios democráticos tienen que estar por encima de la obsesión por la seguridad.
En países como España se busca la seguridad ciudadana y el bienestar de los ciudadanos sin medidas draconianas  y sin restricción de los Derechos Humanos.
Por ejemplo, es inadmisible que en determinados Estados de Norteamérica se aplique la pena de muerte. Es claramente inhumano y viola los Derechos Humanos. El respeto a los derechos individuales me parece que deja bastante que desear en ciertas situaciones como es en el caso de los inmigrantes, de las minorías y de la población de color. La política de querer construir un muro en México es injusto y atenta contra los derechos de las personas. Debe haber respeto a los derechos de todos.


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